
GUATEMALA FELIZ (2021)
El noveno Reporte Mundial de Felicidad sitúa a Guatemala en el puesto 30 global, mostrando que la satisfacción con la vida se mantiene pese a la pandemia. La buena calificación se explica por la libertad de decisión y la capacidad de experimentar emociones positivas, mientras que ingresos, apoyo social, salud, generosidad y percepción de corrupción presentan niveles bajos. Esto evidencia que la felicidad depende más de la confianza en los demás y en las instituciones que de la riqueza material. Mejorar la calidad institucional y la capacidad de generar ingresos podría elevar aún más la satisfacción de los guatemaltecos.

ESTADO DÉBIL, ECONOMÍA DÉBIL
La debilidad del Estado y la disfuncionalidad de sus instituciones son la raíz del bajo desarrollo económico y la escasa productividad del país. La lentitud y corrupción en los tribunales dificultan el cumplimiento de contratos, restringiendo el acceso al crédito y limitando la expansión de nuevos emprendedores. La infraestructura deficiente, la burocracia excesiva y la falta de certeza jurídica obligan a las empresas a depender de recursos propios, fortaleciendo estructuras familiares cerradas y debilitando la innovación y la apertura de mercados. Esta falta de confianza generalizada impide un crecimiento sostenible y equitativo. Para superar el atraso, se requieren reformas profundas en justicia, gasto público, servicio civil y sistema político, sin las cuales la modernización seguirá siendo una meta lejana.

EL PESO DE LA DESCONFIANZA
La más reciente encuesta de Latinobarómetro revela un nivel alarmantemente bajo de confianza en Guatemala, tanto entre individuos como hacia las instituciones públicas y políticas. Esta desconfianza es un lastre que dificulta el avance económico y político del país, fomentando altos costos sociales y económicos y una polarización extrema en el debate público. La omnipresente corrupción y la ineficiencia de los poderes del Estado agravan esta situación, alimentando recelos y sospechas que limitan la cooperación social y la implementación de políticas públicas efectivas. Para progresar, el país debe abordar esta crisis de confianza y fomentar un diálogo más constructivo y plural.