
LA SAT Y SUS DOS CABEZAS
La SAT continúa siendo víctima de una estructura disfuncional que favorece la inoperancia y la corrupción. Ni suprimirla ni concentrar el poder en un solo cargo resolverá el problema. La vía adecuada es restaurar un Directorio con autoridad real que nombre al Superintendente y asegure pesos y contrapesos. Solo así se garantizará una gestión técnica, profesional y protegida de intereses oscuros.