
LA CLAVE PARA UNAS CORTES INDEPENDIENTES
La Corte de Constitucionalidad, la Corte Suprema de Justicia y el Tribunal Supremo Electoral enfrentan una grave crisis de legitimidad, eficacia e independencia. La CC se extralimita en sus funciones, la CSJ sufre por corrupción interna y falta de accesibilidad ciudadana, y el TSE actúa con dubitación ante partidos influyentes. Este deterioro tiene una raíz común: un sistema de elección y renovación total y simultánea de magistrados que facilita la cooptación por mafias y grupos de interés. Se propone una reforma estructural para adoptar un modelo escalonado e individual de elección, garantizando estabilidad, independencia y confianza en el sistema judicial.

LA REGULACIÓN DE LAS CONSULTAS COMUNITARIAS
La Corte de Constitucionalidad ha fijado un plazo de 12 meses para que el Congreso emita una ley que regule las consultas comunitarias, conforme al Convenio 169 de la OIT. Esta oportunidad histórica puede traer claridad legal para los proyectos de inversión y salvaguardar los derechos de las comunidades indígenas. Sin embargo, el Congreso deberá resistir presiones populistas y evitar un enfoque electoral, legislando una norma general que respete la diversidad de los pueblos y el carácter técnico de cada proyecto. La clave está en equilibrar el respeto a los derechos colectivos con el desarrollo legalmente respaldado.

NIHILISMO MORAL EN LA POLÍTICA
La suspensión provisional de partes del presupuesto estatal de 2015 por parte de la Corte de Constitucionalidad representa un alivio frente al riesgo de opacidad y corrupción. Aunque la medida aún no es definitiva, es un respiro para quienes defienden una política guiada por principios éticos. El caso evidencia cómo la práctica política ha derivado en un cinismo institucionalizado, donde el poder se ejerce sin compromiso moral ni ideológico. Frente a esta degradación, se plantea con urgencia la necesidad de recuperar la ética como pilar de la democracia.

EN MANOS DE LA CORTE
La Corte de Constitucionalidad debe pronunciarse sobre una serie de reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos que amenazan la legitimidad del proceso electoral en Guatemala. Ciudadanos, especialmente jóvenes estudiantes de Derecho, han intervenido con un amicus curiae para advertir sobre violaciones a la libertad de expresión, la representatividad, el acceso igualitario a cargos públicos y el uso desproporcionado de recursos públicos. Estas reformas, lejos de fortalecer la democracia, la debilitan, y exigen una respuesta firme por parte del máximo tribunal constitucional del país.