
¿SE ACABÓ LA INICIATIVA?
Lejos de haberse agotado, la propuesta de despenalizar las drogas impulsada por Guatemala sigue siendo una herramienta vital para cuestionar el fracaso histórico de la guerra antidrogas. Las políticas impuestas por los países consumidores han generado un coste desmedido para América Latina, especialmente en vidas, desarrollo y estabilidad institucional. La OEA, ahora encargada de evaluar propuestas concretas, debe actuar con independencia y compromiso regional. Urge una nueva estrategia que regule con inteligencia y equidad, exigiendo a los países consumidores una compensación justa por el daño causado a los territorios utilizados como escenarios de la violencia narcotraficante.

DIVISIONES CENTROAMERICANAS
Desde la independencia, los países centroamericanos han manifestado un deseo intermitente y descoordinado de integrarse, lo que ha impedido una verdadera unidad regional. Las diferencias en ingresos per cápita, productividad y prioridades políticas refuerzan la existencia de dos “ligas” dentro del istmo: una próspera, integrada por Costa Rica y Panamá, y otra más rezagada, compuesta por Honduras y Nicaragua. Guatemala y El Salvador, mientras tanto, oscilan entre ambas. La integración no será posible sin una visión común y sin adoptar políticas estructurales que fortalezcan las instituciones, la infraestructura y el capital humano, especialmente en países como Guatemala.