
ESTAMOS BIEN… PERO VAMOS MAL
Guatemala exhibe indicadores macroeconómicos sólidos, como bajo déficit fiscal, crecimiento estable y avances sociales puntuales. Sin embargo, su progreso es extremadamente lento comparado con países similares de la región y Asia. Mientras Costa Rica, Panamá o Tailandia han avanzado con rapidez, Guatemala se estanca en una mediocridad estructural, afectada por instituciones débiles y escasa inversión en productividad. La estabilidad actual no se traduce en mejoras sustanciales para la población, lo que empuja a miles a migrar. Se necesita una agenda nacional de desarrollo basada en institucionalidad y eficiencia para revertir el estancamiento.

TIEMPOS CONFLICTIVOS
Guatemala atraviesa una transición política que, aunque necesaria, genera tensiones entre sectores que resisten, moderan o exigen cambios inmediatos. A pesar de condiciones externas favorables, el crecimiento económico se estanca por baja productividad y conflicto político. La clave para avanzar está en fortalecer instituciones clave —justicia, servicio civil, infraestructura y sistema electoral— mediante una agenda mínima de país que una a los sectores sociales, políticos y económicos. Un liderazgo claro y comprometido es indispensable para transformar la incertidumbre en esperanza.

INSEGURIDAD, UN ENFOQUE ECONÓMICO
En el Congreso Nacional de Seguridad se analizó la inseguridad como un obstáculo económico, con base en estudios que estiman su costo en un 7.3% del PIB de Guatemala. Desde la teoría de Gary Becker, el crimen es una elección racional: se comete si los beneficios superan los costos esperados. Por ello, la estrategia debe centrarse en aumentar la probabilidad de captura y aplicar castigos proporcionales. Invertir en seguridad, especialmente en prevención, es una decisión económicamente rentable si se hace de forma coordinada entre Estado, empresas y comunidades.