INDUSTRIAS CREATIVAS: UN MOTOR DE LA ECONOMÍA
Mario Garcia Lara Mario Garcia Lara

INDUSTRIAS CREATIVAS: UN MOTOR DE LA ECONOMÍA

Las industrias creativas, conocidas como “economía naranja”, representan un sector dinámico que combina talento, propiedad intelectual y cultura. En Guatemala, aportaban ya un 7.3% del PIB y crecían más rápido que otras ramas, generando empleo y alta productividad. Este campo abarca desde artes y diseño hasta software y videojuegos, los cuales emergen como motor clave pese a resistencias tradicionales. La pandemia aceleró la expansión de servicios creativos, impulsados por la digitalización y nuevas formas de consumo. Aprovechar su potencial requiere políticas culturales modernas que protejan la propiedad intelectual, fomenten la conectividad y creen condiciones favorables para la innovación artística y económica.

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EL OTRO COLOR DE LA ECONOMÍA
Mario Garcia Lara Mario Garcia Lara

EL OTRO COLOR DE LA ECONOMÍA

La cultura y sus múltiples expresiones son ampliamente valoradas por su impacto emocional y social, pero su potencial económico sigue siendo poco reconocido, especialmente en países como Guatemala. La economía naranja agrupa las actividades que transforman ideas en bienes y servicios culturales con valor intelectual, incluyendo la economía cultural y las industrias creativas tradicionales y modernas. Representa una porción significativa de la economía global, con un crecimiento destacado y capacidad para generar empleos dignos, particularmente para la juventud. Guatemala enfrenta el reto de valorar esta riqueza cultural y desarrollar políticas públicas coherentes que aprovechen este potencial para impulsar progreso, bienestar y cohesión social.

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EL “SECTOR CULTURAL” DE LA ECONOMÍA
Mario Garcia Lara Mario Garcia Lara

EL “SECTOR CULTURAL” DE LA ECONOMÍA

La cultura no solo enriquece el espíritu humano, sino que también genera valor económico medible. Esta columna explora cómo la cultura, al ser un bien escaso, puede y debe ser analizada desde la economía, dando lugar a una disciplina especializada: la Economía de la Cultura. Actividades como las artes escénicas, la producción editorial o el patrimonio histórico movilizan recursos, generan empleo y contribuyen significativamente al PIB, como es el caso de Guatemala. Esta realidad exige políticas públicas que reconozcan la dimensión productiva de la cultura, apoyen su desarrollo y fortalezcan toda la cadena de valor cultural, promoviendo una integración entre creatividad, economía y bienestar.

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