
EL MUNDO NO NECESITA UNA GUERRA COMERCIAL
La economía mundial atraviesa una etapa de desaceleración marcada por el resurgimiento del proteccionismo, especialmente entre Estados Unidos y China. Las medidas restrictivas y las represalias comerciales han debilitado uno de los motores más importantes del progreso global: el libre intercambio de bienes. La historia demuestra que las naciones que abrieron sus fronteras prosperaron, mientras que aquellas que erigieron barreras enfrentaron crisis profundas, como ocurrió en la Gran Depresión de los años treinta. El comercio internacional permite a los países exportar lo que producen mejor, importar lo necesario y acceder a mayor variedad de bienes. Además, fomenta el desarrollo en economías menos avanzadas, que luego se convierten en mercados para los países ricos. Repetir errores proteccionistas solo agravaría la fragilidad actual de la economía mundial.

EL RETORNO DEL PROTECCIONISMO
El aumento de aranceles de Estados Unidos a las importaciones chinas ha desencadenado una escalada de tensiones comerciales que, lejos de beneficiar, amenaza con dañar a ambas economías y al comercio mundial. Aunque la medida busca proteger a los productores estadounidenses, los déficits comerciales de EE. UU. tienen raíces más profundas: el exceso de consumo frente a la producción. La apreciación del dólar como consecuencia de la reducción de dólares en circulación dificultará las exportaciones estadounidenses y abaratará las importaciones globales, manteniendo su desequilibrio externo. El efecto real será una contracción del comercio internacional, con riesgos de contagio global si otros gobiernos optan también por el proteccionismo. La experiencia de la Gran Depresión demuestra que este tipo de medidas, lejos de generar empleo y prosperidad, multiplican las crisis y reducen el bienestar global.

RECETA PARA DETENER EL PROGRESO
El aislamiento económico y político impulsado por gobiernos populistas y nacionalistas, especialmente en países desarrollados, amenaza con revertir décadas de avances en crecimiento económico y bienestar humano. La historia advierte que los costos de estas políticas van más allá de lo económico, afectando la paz y el desarrollo global.

EL ASCENSO DEL PROTECCIONISMO
El ascenso del nacionalismo en países desarrollados como Estados Unidos y el Reino Unido refleja una respuesta emocional a la exclusión y desigualdad generadas por la globalización. Este fenómeno político, disfrazado de proteccionismo económico y cierre migratorio, ofrece soluciones erradas que han fracasado históricamente. Su resurgimiento representa un riesgo global, especialmente para países en desarrollo, al debilitar el comercio internacional y repetir los errores que agravaron la Gran Depresión. Frente a estas tendencias, el autor defiende con firmeza los principios del libre comercio como motor del bienestar colectivo.

TRUMP Y LA ECONOMÍA (DE GUATEMALA)
El plan económico anunciado por Donald Trump durante su campaña, caracterizado por medidas proteccionistas, reducción de impuestos y aumento del gasto militar, genera incertidumbre sobre sus posibles efectos en la economía de Guatemala. Aunque a corto plazo estas políticas podrían fortalecer el crecimiento en Estados Unidos, a mediano plazo podrían afectar negativamente las exportaciones guatemaltecas y la recepción de remesas, clave para la demanda interna. Además, el aumento del déficit fiscal estadounidense puede influir en la inflación y el costo del financiamiento externo para Guatemala. Sin embargo, las inconsistencias del plan y las limitaciones políticas podrían moderar su impacto, obligando a un enfoque más pragmático.

PELIGROSA CONFUSIÓN DE CONCEPTOS
La desnutrición crónica en Guatemala exige una aplicación decidida y efectiva de políticas de seguridad alimentaria. Sin embargo, en los últimos años se ha desvirtuado este enfoque al promover la soberanía alimentaria, una estrategia proteccionista que busca la autosuficiencia nacional en alimentos. El texto critica esta deriva ideológica, señalando que la historia demuestra cómo el proteccionismo genera ineficiencia, escasez y hambre, y que el comercio internacional —cuando es eficiente— es fundamental para garantizar el acceso a alimentos. Frente a la retórica antiglobalización, se aboga por mercados abiertos, mayor productividad agrícola y un enfoque técnico y no ideológico para resolver la pobreza y la desnutrición.

UN LARGO CAMINO POR RECORRER
Las perspectivas económicas globales siguen marcadas por un crecimiento débil y riesgos persistentes, especialmente en Europa y Estados Unidos. Esta lenta recuperación, junto con el proteccionismo y la incertidumbre política, afecta directamente a países como Guatemala, cuya economía depende de las exportaciones, las remesas y los flujos de inversión externa. La falta de reformas fiscales internas agrava la exposición a estos factores. Superar esta etapa exige mejor coordinación macroeconómica a nivel global, reformas estructurales y un compromiso decidido contra el proteccionismo, que perjudica especialmente a las economías en desarrollo.