
ENERGÍA SOCIAL DESPERDICIADA
En Guatemala, la protesta se ha convertido en un recurso inmediato para expresar oposición, reflejo de la fragilidad del sistema de partidos y del Estado. El auge de movimientos “anti-todo”, muchas veces sin propuestas ni apertura al diálogo, obstaculiza el desarrollo y debilita la institucionalidad. El discurso libertario y la financiación de ciertas ONGs extranjeras alimentan, sin querer, esta oposición sistemática. El país necesita canalizar su energía social hacia la construcción de instituciones fuertes, una ciudadanía crítica y una visión de futuro común, evitando caer en el círculo vicioso de la protesta sin dirección ni resultados.