
¿SE CIERRA LA VENTANA DE OPORTUNIDAD?
En 2015, la indignación ciudadana frente a la corrupción generó una oportunidad sin precedentes para transformar el Estado guatemalteco. Sin embargo, la falta de una agenda priorizada y de liderazgos sólidos impidió canalizar ese momento histórico en reformas efectivas. En lugar de avances estructurales, el país quedó atrapado en divisiones internas y en una parálisis institucional que ha debilitado tanto la acción del gobierno como la confianza empresarial. El verdadero costo no provino del combate a la corrupción, sino de no haber aprovechado la coyuntura para implementar cambios fundamentales.