
LO BUENO, LO MALO Y LO FEO
La economía guatemalteca mostró resiliencia en 2020 gracias a la estabilidad fiscal y monetaria, el apoyo de las remesas y la diversificación exportadora, factores que sostuvieron el consumo y moderaron el impacto de la pandemia. Sin embargo, el gran lastre es la inversión, históricamente baja y desplomada durante la crisis, lo que explica el lento crecimiento del país en las últimas décadas. A ello se suma la fragilidad institucional, que genera incertidumbre, limita servicios públicos esenciales y reduce la productividad. El reto es preservar las fortalezas macroeconómicas sin caer en el inmovilismo, y al mismo tiempo impulsar reformas profundas que fortalezcan las instituciones.