
¿ES SANO QUE HAYA MUCHOS CANDIDATOS?
La reforma electoral de 2016 introdujo cambios cosméticos pero dejó intactos los problemas de fondo: los políticos tradicionales mantienen el control, el Tribunal Supremo Electoral enfrenta sobrecarga y los ciudadanos sienten que su representación es insuficiente. La limitación en el financiamiento ha incentivado la proliferación de candidatos presidenciales, complicando la labor administrativa del TSE y generando desafíos para los votantes. Sin embargo, un alto número de candidatos también indica participación ciudadana y disposición a involucrarse en política. El verdadero problema del sistema electoral radica en las barreras a la organización ciudadana, la escasa representatividad de los funcionarios electos y la debilidad institucional de la autoridad electoral, factores que deberían concentrar la atención de los ciudadanos y las reformas futuras.

ASFIXIADOS POR AL VIEJA POLÍTICA
La degradación en la calificación crediticia de Guatemala por parte de Standard & Poor’s refleja el creciente deterioro institucional y la parálisis política que obstaculiza el crecimiento económico. Esta advertencia internacional debería impulsar a los liderazgos nacionales a abandonar disputas menores y enfocarse en las reformas estructurales esenciales: una transformación profunda del sistema político, del sistema de justicia, de las contrataciones públicas y del servicio civil. Persistir en la inacción frente a estas señales agrava el desencanto ciudadano con la democracia y amenaza con hundir aún más al país en la incertidumbre.

EL SISTEMA DE PARTIDOS Y LA AUTORIDAD ELECTORAL
La descomposición del sistema electoral y de partidos en Guatemala ha contaminado todas las esferas del Estado, desde la justicia hasta la salud pública. Esta situación exige una reforma profunda, más urgente incluso que las de contrataciones públicas o del servicio civil, ya que son consecuencias del mismo sistema perverso. Se identifican tres prioridades: recuperar la representatividad, democratizar la estructura partidaria y garantizar la independencia del Tribunal Supremo Electoral. Sin embargo, las reformas propuestas desde el poder buscan mantener el statu quo. El cambio real solo será posible con presión ciudadana y respaldo internacional.

PRESTIGIAR LA POLÍTICA
Las estructuras corruptas del Estado tienen su origen en un sistema político que privilegia la opacidad, la impunidad y la desconexión entre electores y representantes. El actual modelo de partidos y elección de diputados ha favorecido campañas costosas, clientelismo y fragmentación legislativa. Aunque los procesos judiciales han expuesto y sancionado a actores clave, la solución estructural debe venir de una reforma política integral: fortalecimiento del TSE, democratización interna de los partidos y un nuevo diseño electoral que acerque a los representantes a sus votantes. Sin estos cambios, el país repetirá el ciclo de corrupción y desencanto.

CLAVE ES PRIORIZAR
Superada la Semana Santa, el país enfrenta un momento decisivo. Para responder a las demandas ciudadanas es urgente iniciar reformas profundas en cuatro áreas clave: servicio civil, transparencia, sistema electoral y control al Congreso. A la vez, se requiere un reordenamiento fiscal que priorice programas eficaces y reduzca el gasto innecesario. Solo así se podrá avanzar en un Estado más justo y funcional.

LEY ELECTORAL: REFORMA SUPERFICIAL
Las reformas electorales impulsadas por el Congreso bajo la iniciativa 4974 resultan insuficientes frente a la urgente necesidad de transformar el sistema político guatemalteco. Aunque incluyen medidas positivas, como la revisión legal post-electoral o el voto nulo vinculante, ignoran aspectos esenciales como la representatividad y la democratización interna de los partidos. La ausencia de cambios estructurales en la gobernanza del TSE y la resistencia a mecanismos más participativos revelan una oportunidad desperdiciada que fortalece la política tradicional en lugar de superarla.

LECCIONES Y DESAFÍOS
El autor inicia su colaboración en elPeriódico compartiendo las lecciones que le dejó su participación electoral. A pesar de la percepción generalizada de que la política guatemalteca es corrupta y perversa, señala que el problema central radica en la improvisación y los incentivos mal diseñados. La falta de estructuras ideológicas, técnicas y estratégicas en los partidos, combinada con un electorado poco exigente, ha producido un sistema político ineficaz. La conclusión es clara: sin una reforma política profunda, no es posible construir un país con desarrollo real y sostenible.

LAS INSTITUCIONES ELECTORALES
La democracia guatemalteca está amenazada por la corrupción estructural del sistema electoral, dominado por partidos clientelistas y una autoridad electoral débil. Reformas mal enfocadas ignoran los problemas fundamentales: la falta de representatividad partidaria y la ineficacia del TSE. El fortalecimiento de estas dos instituciones es vital para consolidar la democracia y romper con el ciclo de corrupción y estancamiento. Aunque las reformas no generen efectos inmediatos, son esenciales para superar el atraso y devolver legitimidad al sistema político.