OTRO INDICADOR AL RUEDO

15/diciembre/2014


GUATEMALA PIERDE CAPITAL NATURAL MIENTRAS SU PIB SIGUE CRECIENDO

Dentro de la moda vigente de elaborar índices de desempeño de los países, se publicó hace unos días por parte de las Naciones Unidas el “Índice de Riqueza Inclusiva” –o IRI-  (el segundo de su especie, ya que el primero fue publicado en 2012). Este indicador pretende ser una medición, en términos monetarios, de todos los activos naturales, físicos y humanos de cada país miembro del sistema de Naciones Unidas. Se trata de una medida más amplia que el Producto Interno Bruto –PIB-: el PIB mide los ingresos generados en un año por una economía, en vez de medir el valor de todos sus  activos, como lo hace el IRI.

El indicador publicado por la ONU le pone un valor en dólares a tres tipos de activos: (i) el capital “producido" (carreteras, edificios, maquinaria, etcétera); el capital humano (las habilidades y la salud de las personas); y, el capital natural (incluyendo los bosques y los combustibles fósiles). Claro está que asignarle valores monetarios a ese tipo de variables requiere de cierta “alta cocina” estadística que implica apoyarse en supuestos temerarios. Por ejemplo, para calcular el capital humano el IRI utiliza cifras de años de escolaridad promedio, los salarios que pueden demandar los trabajadores y el número de años de vida laboral antes de jubilarse, y para cada variable asigna un valor monetario. De manera similar se asigna un valor en dinero a los recursos forestales o a la tierra cultivable.

Luce muy difícil que alguna vez este indicador pueda desplazar al PIB como la herramienta central del análisis y de las políticas macroeconómicas ya que, por su propio alcance ambicioso, requiere de un flujo y de una cantidad de estadísticas que no están disponibles con la periodicidad deseable. De esa cuenta, el más reciente IRI apenas está actualizado al año 2010 y solo hay cálculos disponibles desde 1990.

El PIB mide ingresos; el IRI, la riqueza real de un país: su gente, su entorno y su infraestructura

No obstante lo anterior, el IRI puede tener alguna utilidad práctica por las pistas que proporciona para comprender los fenómenos del desarrollo económico y social desde perspectivas novedosas. Por ejemplo, al medir la riqueza inclusiva, los países parecen ser mucho más ricos que cuando se mide solamente el PIB. En el caso de Guatemala, el PIB de 2010 (medido en dólares constantes de 2005) era de US$32.5 millardos; por su parte, su riqueza inclusiva ese año fue catorce veces más grande (US$471.9 millardos). Lo mismo ocurre para el PIB de Estados Unidos (alrededor de $15,000 millardos) y su riqueza inclusiva (aproximadamente diez veces mayor), que es la más alta del mundo. Esto no debe sorprender, pero ayuda a comprender que el PIB mide el flujo de nuevo ingreso generado cada año, mientras que el IRI pretende medir el (muy superior) stock de dicha riqueza.

El informe de riqueza inclusiva proporciona también datos que no son tan optimistas. De 1990 a 2010 el PIB mundial aumentó en un 50%; pero la riqueza inclusiva incrementó sólo un 6%. De los 140 países estudiados, 122 aumentaron su PIB per cápita, pero sólo 83 aumentaron su riqueza inclusiva. En el caso de Guatemala, en esos 20 años el PIB real aumentó en 29%, mientras que, en contraste, su riqueza inclusiva creció solamente 5%, lo que quiere decir que el capital humano y el capital natural crecieron muchísimo menos que el capital “producido”.

Cando se ve solo el componente de capital natural en el IRI, se aprecia que únicamente 13 países experimentaron un aumento del mismo en términos per cápita; Guatemala registró una reducción en el valor de su capital natural de más de 55% entre 1990 y 2010. Lo anterior implica que la degradación ambiental generalizada es particularmente grave en nuestro país que, al igual que muchos otros países, está "consumiendo por encima de sus posibilidades", según señala el informe, donde se enfatiza que para la mayoría de países se está dando un uso insostenible de recursos para impulsar su crecimiento económico.

Indicadores como el IRI abonan a las críticas que se le hacen al PIB por no tomar en cuenta los aspectos de deterioro ambiental que ocurren en el proceso productivo, y por no ser un buen indicador del bienestar de las naciones. No hay que olvidar, sin embargo, que el PIB nunca fue inventado como indicador de sostenibilidad ambiental ni de bienestar humano. Para eso están los cientos de índices que se han inventado en los últimos años.

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