UN PAÍS BUENO

22/diciembre/2014


GUATEMALA DESTACA COMO UNO DE LOS PAÍSES LATINOAMERICANOS QUE MÁS APORTA AL MUNDO

No sobran demasiados motivos para ser optimista de cara al 2015 –al menos en los ámbitos económico, político y de gestión pública-. Sin embargo, vale la pena iniciar el año con una nota positiva respecto del país que habitamos. Hace algunos meses pasó algo desapercibida la publicación del Índice del Buen País (IBP, calculado por Simon Anholt, de la ONG internacional Good Country Party), que busca clasificar a los países en función de cuánto hacen por el bienestar del mundo.

El IBP se basa en 35 conjuntos de indicadores desglosados en siete categorías, que abarcan grandes temas como la educación, la ciencia, la guerra y la paz, el comercio, la cultura, la salud, la censura, el medio ambiente, la libertad, etcétera. La mayoría de estos indicadores se basan en cifras publicadas por Naciones Unidas, otras por organismos internacionales, y unas cuantas por ONGs. Estos indicadores se combinan en una medida común que da una clasificación general, una clasificación en cada una de las siete categorías, y un balance para cada país que muestra de un vistazo cuánto le aporta al mundo y cuánto le resta.

En esta primera edición del IBP (para el cual la mayoría de indicadores están referidos al año 2010), el índice general (el promedio de los índices correspondientes a las siete categorías que lo componen) los países mejor calificados –es decir, los que más aportan al bienestar mundial- son Irlanda y Finlandia. El peor calificado (el que más resta al mundo) es Libia, en el puesto 125. La buena noticia para Guatemala es que estamos bien ubicados en el puesto 29, con lo que somos el tercer mejor calificado de Latinoamérica, sólo detrás de Costa Rica (22º) y Chile (24º).

El hecho de que califiquemos como ‘un buen país’ debe recordarnos que somos relevantes para el bienestar de otras naciones

Viendo sus componentes, en la categoría de Ciencia y Tecnología (que contabiliza estudiantes extranjeros, artículos y revistas científicos publicados, premios Nobel recibidos y patentes registradas), Guatemala ocupa el puesto 91. Un poco mejor estamos en la categoría de Cultura (producción de bienes y servicios creativos, contribuciones a la UNESCO, libre movilidad de personas y libertad de prensa), con el puesto 57.

El país está aún mejor en la categoría de Paz y Seguridad (contribuciones a fuerzas de paz de la ONU, involucramiento en conflictos internacionales, exportaciones de armas y seguridad en internet), donde ocupa la posición 29. En la categoría que mide la contribución al Orden Mundial (que incluye montos donados a la caridad, número de refugiados acogidos  y generados , crecimiento demográfico  y tratados de la ONU firmados), Guatemala ocupa solo el 76º  lugar.

En la categoría de Clima y Planeta (que mide la reserva de biósfera, la exportación de basura tóxica y las emisiones de contaminantes), Guatemala logra ubicarse en la posición 42. En la categoría de contribución a la Prosperidad y Equidad mundiales (que incluye apertura comercial, participación en misiones de Naciones Unidas, tamaño del mercado de “comercio justo”, inversión directa en el exterior y ayuda económica a otros países), nuestro país logra ubicarse en el puesto 21.

En la última categoría del índice, que mide el aporte del país a la Salud y Bienestar del Mundo (incluyendo ayuda alimentaria otorgada, exportaciones de fármacos, aportes a la OMS, e incautación de drogas) nuestro país ocupa la posición 39. Todos ello, como se indicó, de un total de 125 países calificados.

De manera que aunque Guatemala suele estar mal calificada en varios índices importantes (como el puesto 125 de 187 en el Índice de Desarrollo Humano, o el puesto 71 entre 109 en el Índice Global de Seguridad Alimentaria, ambos para 2014), resulta alentador que el IBP nos ubique tan arriba en el ranking, aunque vale la pena tener presente que el IBP –que tiene varias falencias y subjetividades- no trata de juzgar la integridad moral del país ni su desempeño interno, sino de medir su impacto en el resto del mundo, su contribución al bien común.

En ese sentido, el hecho de que califiquemos como “un buen país” para el resto del mundo debe recordarnos que no sólo somos parte de la comunidad internacional, sino que somos relevantes para el bienestar de otras naciones; que tenemos una responsabilidad global y que estamos sujetos a las normas de convivencia entre países; y que, sin fracasamos como Estado, afectaremos al resto de las naciones.

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