DIVERGENCIAS EN POLÍTICA MONETARIA
03/octubre/2011
EL BANCO CENTRAL ELEVA TASAS ANTE RIESGO INFLACIONARIO PERO SIN TRANSPARENCIA NI DATOS SUFICIENTES
Alrededor del mundo la política monetaria está enfrentando el dilema de combatir una incipiente tendencia global a la inflación (lo que, normalmente, implica elevar las tasas de interés) y, a la vez, evitar un estancamiento de la producción (que, por el contrario, requeriría de menores tasas de interés). Las actuaciones de los bancos centrales han sido dispares: la Reserve Federal de Estados Unidos y el Banco de Japón han lanzado programas novedosos con medidas no convencionales para estimular la economía; el Banco de Inglaterra ha mantenido invariable el statu quo; el Banco Central Europeo ha intervenido para combatir la especulación en los mercados de deuda.
Eso sí, ningún banco central de las economías desarrolladas está pensando en aumentar la tasa de interés: la inflación no es allí la amenaza principal (la inflación subyacente –neta del efecto del precio del petróleo- está bajo control), sino que les preocupa más la falta de dinamismo de los mercados financieros y de la producción. En cambio, en los países en vías de desarrollo, varios bancos centrales (Singapur, Brasil, México, Corea, China) han empezado a aumentar sus tasas de interés en prevención a las amenazas inflacionarias, abandonando sus temores de que dicho aumento provoque una pérdida de su competitividad externa.
El Banco de Guatemala decidió ubicarse en este último bando, sorprendiendo a muchos la semana pasada con un aumento de 50 puntos básicos en la tasa líder de política monetaria. Tal decisión se basó, en primer lugar, en que los precios internacionales de muchas materias primas y bienes primarios están elevados, lo cual amenaza con contagiarse a los precios domésticos y degenerar en una espiral inflacionaria (o “efectos de segunda vuelta”).
Según las autoridades monetarias, esta amenaza se ve exacerbada por indicios de un exceso de consumo (o demanda agregada) en la economía, manifestado en el comportamiento dinámico del crédito bancario, de las exportaciones y de la recaudación tributaria. Esto se refleja en que las expectativas de inflación (tanto las que calcula el Banco de Guatemala a través de sus modelos econométricos, como la que expresa un panel de expertos que el banco central consulta periódicamente) anticipan que será imposible alcanzar la (¿ambiciosa?) meta establecida por la Junta Monetaria.
Uno quisiera contar con más elementos de juicio para evaluar si la decisión de la Junta Monetaria fue adecuada en la coyuntura actual
Ahora bien, la decisión de elevar la tasa de interés no fue unánime: los representantes del sector privado en la Junta Monetaria no la apoyaron aduciendo que la misma va a ralentizar el ya mediocre ritmo de crecimiento económico. Y otros analistas (no necesariamente afiliados con el sector privado) también han manifestado su desacuerdo con el alza, ya sea porque la consideran innecesaria ante las perspectivas de una nueva recesión mundial, o porque la consideran inefectiva para combatir una inflación que es fundamentalmente importada.
Ante esta divergencia de opiniones uno quisiera contar con más elementos de juicio para evaluar si la decisión de la Junta Monetaria fue adecuada en la coyuntura actual. Lamentablemente desde hace un buen tiempo las actas que publica el Banguat respecto de lo actuado por el Comité de Ejecución (que antes solían ser una rica fuente de información técnica) se presentan crípticas e híper-resumidas y no dicen nada sobre las argumentaciones y análisis que respalden las actuaciones de política monetaria. Además, han faltado dos instrumentos cruciales para la toma de decisiones: por una parte, los cálculos del PIB trimestral que tan positivamente se habían recibido hace algunos meses están muy atrasados; y, por otra, las encuestas de empleo que periódicamente debería calcular el Instituto Nacional de Estadística brillan por su total ausencia.
Por el lado positivo, la reciente decisión del Banguat da muestras de autonomía respecto de los estamentos políticos y envía un mensaje de firmeza (que algunos pueden sentir excesiva) a los mercados financieros ante las incertidumbres del proceso electoral. Ojalá que, la próxima vez, esta autonomía sea ejercida por la autoridad monetaria simultáneamente con una mejor estrategia de comunicación respecto de sus análisis técnicos y con un respaldo estadístico adecuado (que incluya el PIB trimestral y la encuesta de empleo), tal como lo hacen los mejores bancos centrales a nivel mundial.