
¿NO HAY POLÍTICAS DE LARGO PLAZO?
La ineficacia de las políticas públicas en Guatemala se debe a la falta de una formulación adecuada, una ejecución comprometida, un seguimiento riguroso y un entorno institucional sólido. Ejemplos como la Política de Desarrollo Rural o la de Seguridad Alimentaria revelan cómo incluso las mejores intenciones fracasan sin estructura ni voluntad política sostenida. El éxito no depende solo de leyes o planes, sino del trabajo constante y coordinado.

CADA MICO EN SU COLUMPIO
La debilidad del gobierno corporativo en entidades públicas y privadas en Guatemala ha derivado en desastres institucionales, como la injerencia de miembros de juntas directivas en funciones administrativas. Casos como el del RENAP y el Organismo Judicial evidencian una peligrosa confusión de roles que compromete la eficiencia operativa y la integridad institucional. Mientras tanto, decisiones acertadas como la separación de funciones en el Congreso enfrentan amenazas de retroceso. La claridad en la distribución de responsabilidades entre propietarios, directivos, gerentes y auditores no solo es clave para la transparencia y el control, sino también para evitar daños económicos y reputacionales que afectan a toda la ciudadanía.

SUELDOS DE PRÍNCIPES
Criticar los sueldos de los altos funcionarios públicos puede ser un error estratégico si se pretende combatir la corrupción y el derroche del Estado. Sueldos bajos pueden alejar a los profesionales más preparados y generar incentivos para prácticas corruptas. En lugar de centrar el debate en las remuneraciones –que deberían ser competitivas, públicas y fiscalizables–, el foco debería estar en eliminar las prácticas ilegales como las coimas, los sobresueldos y el tráfico de influencias, donde realmente se fuga el dinero del Estado.