
CRISIS DE IDENTIDAD
El FMI enfrenta una crisis de identidad, con disminución de su clientela y cuestionamientos sobre su relevancia. Su función original de estabilizar los flujos financieros internacionales y otorgar préstamos por desajustes en balanza de pagos se ha diluido. Intentos de modernización, como democratizar la elección de su Director Gerente, chocan con la tradición de designar a europeos occidentales, evidenciando la dificultad de la institución para adaptarse a los cambios globales y mantener su autoridad financiera.