
TIEMPOS CONFLICTIVOS
Guatemala atraviesa una transición política que, aunque necesaria, genera tensiones entre sectores que resisten, moderan o exigen cambios inmediatos. A pesar de condiciones externas favorables, el crecimiento económico se estanca por baja productividad y conflicto político. La clave para avanzar está en fortalecer instituciones clave —justicia, servicio civil, infraestructura y sistema electoral— mediante una agenda mínima de país que una a los sectores sociales, políticos y económicos. Un liderazgo claro y comprometido es indispensable para transformar la incertidumbre en esperanza.

CLAMOR POR UNA AGENDA
El primer semestre del nuevo gobierno se ha caracterizado por una gestión sin prioridades claras, generando críticas por la falta de rumbo frente a una creciente incertidumbre política y económica. Mientras indicadores económicos reflejan una desaceleración atribuida a factores estructurales y globales, también pesa la inestabilidad interna derivada de la lucha contra la corrupción. Aunque existen propuestas desde distintas áreas del Ejecutivo, aún falta enfoque y ejecución. Se propone una agenda concreta que incluya seguridad, justicia, lucha contra la corrupción, combate a la desnutrición y una política económica activa, como vía para recuperar confianza y dinamismo.

SE BUSCA UN LÍDER COMO SIMEONE
La resurrección del Atlético de Madrid bajo Simeone enseña que creer en uno mismo, trabajar en equipo, tener ilusión por el éxito, avanzar paso a paso y sentir orgullo por la identidad pueden cambiar la trayectoria incluso de instituciones quebradas. Si Guatemala adoptara ese enfoque, superando el cinismo colectivo, podría aspirar a una transformación profunda y sostenible.

FALTAN MATICES
Guatemala enfrenta una polarización ideológica que dificulta el progreso político y social. La división entre izquierda y derecha, y entre tecnócratas y políticos, limita la capacidad para crear políticas públicas efectivas. Se requiere un liderazgo que combine convicciones claras con flexibilidad para reconocer aciertos ajenos, superando la rigidez ideológica y el patrimonialismo. Solo con matices y diálogo se podrá avanzar hacia una democracia sólida que evite la demagogia y ofrezca esperanza para un futuro común.