
SUBE Y BAJA
El reciente descenso en el valor del quetzal refleja la dinámica normal de un sistema de tipo de cambio flexible, como el que opera en Guatemala desde hace dos décadas. La apreciación o depreciación de una moneda responde a factores de mercado como las importaciones, exportaciones, deuda externa y flujo de capitales. Aunque el banco central puede intervenir para suavizar la volatilidad, no puede alterar las tendencias del mercado. Predecir el tipo de cambio es imposible, incluso para los expertos, ya que depende de miles de variables económicas y políticas que cambian minuto a minuto.

85 AÑOS DE VUELO
En 1926, Guatemala enfrentaba una grave crisis financiera con un sistema bancario caótico y una economía debilitada. En lugar de continuar en el desorden, el presidente José María Orellana contrató al economista Edwin Kemmerer para reformar el sistema monetario. Su plan incluyó la adopción del patrón oro, la creación de una nueva moneda vinculada al dólar y el saneamiento de la deuda pública. Así nació el quetzal, que se convirtió en la moneda oficial del país en noviembre de 1926, marcando un hito en la historia económica de Guatemala.

NERVIOSISMO CAMBIARLO
La reciente depreciación del quetzal frente al dólar estadounidense ha generado inquietud en Guatemala, un país donde las variaciones del tipo de cambio son motivo de gran preocupación. Aunque la depreciación del 10% es común en otras economías con tipo de cambio flexible, en Guatemala provoca nerviosismo debido a su historia de estabilidad cambiaria. No obstante, este cambio puede beneficiar a ciertos sectores productivos, incentivando el consumo de productos nacionales y mejorando la competitividad de los exportadores, aunque genera incomodidad entre los importadores y viajeros. Además, la depreciación puede complementarse con políticas anticíclicas en un contexto de desaceleración económica, favoreciendo a la economía en su conjunto.