NERVIOSISMO CAMBIARLO
17/agosto/2009
LA RECENTE DEPRECIACIÓN DEL QUETZAL OFRECE UNA OPORTUNIDAD ECONÓMICA, AUNQUE GENERA NERVIOSISMO EN EL MERCADO
Después de meses de estabilidad, el tipo de cambio del quetzal (por dólar estadounidense) sufrió un alza súbita en semanas recientes. Como era predecible, esta depreciación ha vuelto ha vuelto a evidenciar cierta inmadurez de los agentes económicos guatemaltecos de cara a las variaciones cambiarias. El tipo de cambio se cotizó a Q8.26 por dólar, lo que significó una depreciación de alrededor del 10% respecto a su nivel de hace un año. Semejante depreciación es un asunto de lo más común en países tales como Brasil, Chile, Colombia, Inglaterra o México que, al igual que Guatemala, tienen un régimen de tipo de cambio flexible, y en donde tales movimientos cambiarios apenas si generan alguna nota secundaria en la sección económica de los diarios.
En nuestro país, en contraste, las variaciones del tipo de cambio, por más moderadas que sean, son aún motivo de titulares de prensa, de debates académicos e, incluso, de emotivos campos pagados donde los comerciantes organizados solicitan al gobierno que impida que el mercado se exprese y que ponga precio tope al valor de la moneda. Este nerviosismo cambiario puede deberse, quizá, a los largos años (entre 1926 y 1986) en los que el quetzal valía lo mismo que el dólar, lo que dejó en el imaginario colectivo a la moneda nacional como una mercancía de precio fijo o hasta como un símbolo de la virilidad nacional, pese a los esfuerzos de la banca central por modernizar el sistema cambiario del país con la adopción de un régimen cada vez más flexible.
Si bien es cierto que el aumento reciente del tipo de cambio fue mucho más veloz de lo que acostumbra el adormecido mercado guatemalteco, y que siempre es bueno evitar fluctuaciones muy bruscas en esta variable para evitar que los agentes económicos adopten decisiones precipitadas, también lo es que, en las actuales circunstancias de desaceleración económica y luego de varios años de estabilidad y hasta de apreciación del quetzal, su moderada devaluación puede darle un pequeño respiro a importantes sectores productivos.
El tipo de cambio más alto puede aliviar a sectores productivos, pero genera incomodidad entre importadores y viajeros
Resulta comprensible que el alza del tipo de cambio incomode a los importadores (pues sube el costo de sus compras) y a los guatemaltecos que viajan al exterior (pues se les encarece su paseo), pero su incomodidad forma parte del alivio para la alicaída economía nacional: los comerciantes se verán más incentivados a adquirir productos nacionales y los viajeros a hacer turismo interno. Los exportadores, por su parte, sentirán un alivio ante la caída que han sufrido las ventas al exterior, pues el tipo de cambio más alto les compensará parcialmente esta caída y les permitirá posicionarse mejor en los mercados externos.
El tipo de cambio flexible es parte integral del régimen monetario de metas de inflación que, con una economía anémica, requiere que el banco central reduzca las tasas de interés, lo que a su vez provoca una caída en la demanda de quetzales y, con ello, una depreciación cambiaria. Los efectos de estímulo a la economía derivados de la depreciación pueden complementar a la política monetaria y fiscal anticíclica en un momento en que los bancos están renuentes a activar el crédito. Aunque un tipo de cambio más elevado puede tener consecuencias inflacionarias, en este momento las mismas se ven contrarrestadas por la caída de precios de varios productos a nivel internacional, de manera que parece un buen momento para que el quetzal se deprecie.