OTRA VEZ EL HAMBRE

24/agosto/2009


EL HAMBRE EN GUATEMALA NO SE DEBE A LA ESCASEZ, SINO A LA FALTA DE POLÍTICAS EFECTIVAS

El premio Nobel de Economía (1998), Amartya Sen, planteó una de las paradojas más lacerantes de nuestro tiempo: muchas de las peores hambrunas de la historia reciente han ocurrido sin que exista una reducción significativa de la oferta de alimentos. Y ese es, lamentablemente, el caso de la crisis alimentaria que se está viviendo en el llamado Corredor Seco de Oriente en Guatemala donde, además de paradójico, debe ser motivo de vergüenza ya que, como el propio Sen lo afirma, “ninguna hambruna en la historia de la humanidad ha ocurrido en una democracia funcional”; es decir, donde exista libertad de expresión (y, con ella, capacidad de sonar oportunamente las alarmas) y un gobierno electo que debe rendir cuenta de sus actuaciones y omisiones.

Es muy difícil aceptar la lacerante realidad de viven nuestros compatriotas del Corredor Seco, especialmente si se toma en cuenta no sólo que en el país, en su conjunto, no hay escasez de oferta alimentaria, sino también que existe, desde años atrás, una institucionalidad púbica específicamente diseñada para prevenir estas situaciones. Pareciera ser que, al igual que en área de seguridad ciudadana (donde por mandato legal existe un Consejo Nacional de Seguridad que apenas si se ha reunido), en el área de seguridad alimentaria tampoco se ha hecho uso adecuado del Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional –CONASAN- que, por ley, debiese operar.

Conviene recordar que el CONASAN está integrado por el Vicepresidente de la República, quien lo preside; el Secretario de Seguridad Alimentaria y Nutricional –SESAN-, quien actúa como Secretario; el Ministro de Agricultura; el Ministro de Economía; el Ministro de Salud; el Ministro de Educación; el Ministro de Comunicaciones; el Ministro de Ambiente; el Ministro de Trabajo; el Ministro de Finanzas; el Secretario de Coordinación Ejecutiva de la Presidencia y la SOSEP. Cada uno de ellos es responsable de impulsar al interior de sus entidades el cumplimiento de la política de seguridad alimentaria, cuyas acciones deben derivarse de una evaluación integral por parte de tales entidades.

La desnutrición no es solo consecuencia de la pobreza, sino una de sus principales causas

Ojalá que no haya ocurrido lo que muchas veces sucede con las políticas públicas en Guatemala, donde las políticas de Estado (de largo plazo, como la de Seguridad Alimentaria) se descuidan por atender políticas de Gobierno (coyunturales, como la de poner comedores solidarios en la ciudad capital, desde donde la hambruna se ve lejana). Y ojalá también que esta nueva crisis alimentaria sea la última que viva nuestro país y que sirva de lección sobre la importancia de mantener efectivas las políticas de Estado en la materia y la institucionalidad que las respalda (como la SESAN).

No olvidemos también que, aunque las hambrunas salen en más titulares de prensa, la desnutrición crónica es un problema mucho más serio porque está más extendida en nuestro país. La desnutrición es no sólo una consecuencia de la pobreza, sino una causa de la misma pues torna a los niños en seres débiles física y mentalmente, limitando de por vida su capacidad productiva. No se trata, pues, de un asunto político-electoral, sino de un tema que debe ser tratado con Políticas de Estado, pues en él se habrá de definir, en gran medida, el futuro de Guatemala.

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