
UNA ECONOMÍA RESILIENTE
A pesar de la turbulencia económica mundial provocada por la nueva escalada arancelaria bajo el segundo mandato de Donald Trump, Guatemala está mejor preparada que en el pasado para enfrentar los choques externos. Con fundamentos macroeconómicos sólidos —crecimiento estable, disciplina fiscal, política monetaria ortodoxa y un superávit en cuenta corriente—, nuestra economía ha demostrado resiliencia en crisis anteriores y puede volver a hacerlo. Sin embargo, conservar esa estabilidad exige no bajar la guardia: la prudencia y la responsabilidad económica seguirán siendo nuestras mejores aliadas frente a la incertidumbre global.

REGALAR DINERO PÚBLICO: EL RECURSO FÁCIL
La columna critica la proliferación de iniciativas legislativas que, sin estudios de impacto fiscal y macroeconómico, comprometen la estabilidad económica de Guatemala. Ejemplos incluyen la condonación de deudas de empresas municipales con el INDE, la eliminación del Impuesto de Solidaridad y el aumento a las pensiones de jubilados, decisiones que aumentarían el gasto público en miles de millones de quetzales. Estas medidas, aunque populares, son insostenibles a largo plazo, generan déficit fiscal y distorsiones económicas. Se propone implementar reglas que obliguen a evaluar el impacto fiscal de las leyes para evitar decisiones impulsivas.

ELECCIONES Y RIESGO-PAÍS
Las elecciones en Guatemala, aunque demostraron la solidez del sistema democrático, revelaron debilidades en la gobernanza debido a la judicialización del proceso electoral. Esto genera incertidumbre que afecta negativamente la calificación de riesgo-país. A pesar de políticas macroeconómicas estables, Fitch Ratings destaca problemas de corrupción y estado de derecho como obstáculos para mejorar la calificación soberana, impactando la confianza financiera internacional y aumentando los riesgos crediticios.

¿POR QUÉ NO INVIERTE MARTÍN VEGA?
La decisión de invertir no depende únicamente del mercado, sino también del entorno que el Estado crea. Mientras una excesiva regulación gubernamental puede frenar la iniciativa privada, la falta de seguridad, infraestructura y servicios públicos básicos también disuade la inversión. En economías en desarrollo, donde el Estado es débil, es difícil sostener que la solución sea reducir su intervención. Se requiere un gobierno eficaz que complemente al mercado y asegure condiciones mínimas para fomentar la actividad económica.