
LA DESNUTRICIÓN SE AGRAVA CON LA PANDEMIA
El Covid-19 ha intensificado la crisis alimentaria en el país, disparando los casos de desnutrición aguda en menores de cinco años a más del triple en pocas semanas. La pérdida de ingresos, la caída de remesas, las restricciones de movilidad y las trabas en distribución han reducido tanto la demanda como la oferta de alimentos. Aunque las transferencias de efectivo y programas de reparto son pasos necesarios, resultan insuficientes. Superada la emergencia, se requiere consolidar una estrategia sostenible contra la desnutrición: creación de un fondo específico, fortalecimiento del SINASAN y un enfoque integral que abarque salud, educación nutricional, agricultura y empleo.

REPROBADOS EN NUTRICIÓN
Guatemala ocupa el puesto 71 de 109 países en el Índice Global de Seguridad Alimentaria y fue uno de los pocos que retrocedió en su calificación. Pese a que América Latina mejora lentamente, el país mantiene tasas críticas de desnutrición infantil. El problema no es la producción de alimentos, sino el acceso desigual y la ineficiencia institucional. Urge una política focalizada que priorice la nutrición desde el embarazo y que garantice el acceso a alimentos nutritivos, especialmente en los primeros mil días de vida.

PELIGROSA CONFUSIÓN DE CONCEPTOS
La desnutrición crónica en Guatemala exige una aplicación decidida y efectiva de políticas de seguridad alimentaria. Sin embargo, en los últimos años se ha desvirtuado este enfoque al promover la soberanía alimentaria, una estrategia proteccionista que busca la autosuficiencia nacional en alimentos. El texto critica esta deriva ideológica, señalando que la historia demuestra cómo el proteccionismo genera ineficiencia, escasez y hambre, y que el comercio internacional —cuando es eficiente— es fundamental para garantizar el acceso a alimentos. Frente a la retórica antiglobalización, se aboga por mercados abiertos, mayor productividad agrícola y un enfoque técnico y no ideológico para resolver la pobreza y la desnutrición.