
AL PRIMER CABALLERO DE LA NACIÓN
Ante la posible aparición del Primer Caballero en la política guatemalteca, se advierte sobre la necesidad de establecer límites claros a su rol. No debe asumir funciones públicas, manejar fondos estatales ni actuar como figura con poder institucional, ya que no ha sido electo ni rinde cuentas. Su papel debe centrarse en el apoyo emocional a la Presidenta y la representación protocolaria. Este enfoque previene abusos, protege la institucionalidad y promueve un ejercicio democrático ejemplar.