EL PRINCIPAL OBSTÁCULO
20/junio/2011
SIN EDUCACIÓN DE CALIDAD GUATEMALA NO ROMPERÁ EL CÍRCULO DE LA POBREZA
La pobreza es, con sus terribles consecuencias en términos de dolor y desesperanza, la característica que mejor resume todas las debilidades y limitaciones del Estado guatemalteco. Desde el punto de vista económico, a pesar de las bienintencionadas críticas de quienes creen en soluciones mágicas, la única receta efectiva para reducir la pobreza en cualquier país consiste en aumentar la velocidad y la calidad del crecimiento de la producción de bienes y servicios, lo cual pasa, necesariamente, por mejora sustancialmente la productividad (es decir, lograr producir más con menos).
Sus bajos niveles de productividad –salvo contadas excepciones en áreas muy específicas- le generan a Guatemala graves dificultades para competir en la economía global. El conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan la productividad del país constituyen su grado de competitividad: según el índice que calcula el Foro Económico Mundial, Guatemala tiene una calificación de competitividad bastante baja (4.04 puntos de 10 posibles) y se compara mal con otros países (ocupa el puesto 79 de 120 calificados).
Uno de los artífices de este índice, el economista catalán Xavier Sala-i-Martín, de la universidad de Columbia, disertó sobre este tema en el marco del XX ciclo de Jornadas Económicas auspiciado por el Banco de Guatemala, donde identificó los principales cuellos de botella que impiden una mayor competitividad del país. Entre estos mencionó la ineficiencia burocrática, la débil infraestructura, la elevada corrupción y el clima de inseguridad y violencia. Pero enfatizó en que el principal obstáculo a la productividad es la baja calidad de la educación básica.
Un capital humano con una base educativa tan débil impide que el país tenga mejores tasas de crecimiento y competitividad. Resulta, pues, esencial mejorar la calidad de la educación básica que proporcione a las personas los conocimientos y habilidades para mejorar su productividad, acceder a buenos empleos, aumentar sus ingresos y reducir la desigualdad. Lo anterior implica políticas educativas que garanticen la asistencia de los niños a la escuela, reduzcan la repetición y permitan a más jóvenes acceder a la educación básica. También implica mejorar el nivel de los maestros, cuyas calificaciones son las más bajas de Centroamérica: mientras que en Costa Rica y El Salvador el 90% de los maestros de primaria tienen una licenciatura universitaria, al igual que el 66% de los panameños o el 22% de los nicaragüenses, en Guatemala este porcentaje es de menos del 10%.
El futuro de Guatemala no depende solo de crecer, sino de educar para innovar
Si bien políticas convencionales como las indicadas deben implementarse y mantenerse en el tiempo (y no cambiarlas con cada gobierno, como sucedió con el PRONADE), existe un aspecto que podría ser quizá más importante, según Sala-i-Martín. La educación del siglo XXI no puede ni debe seguirse basando en la absorción pasiva de conocimientos por parte de los alumnos sino, al contrario, debe basarse menos en que el estudiante reciba conceptos y más en que éste genere ideas. El mundo está cambiando rápidamente: en términos de tecnología informática los niños son hoy día más sabios y diestros que sus padres o maestros. En consecuencia, el sistema educativo debería también adaptarse a estos cambios.
Según Sala-i-Martín, la adaptación del sistema educativo pasa por repensar las herramientas educativas que deben estar disponibles para los maestros y los alumnos, los temas que realmente sea relevante enseñar, el fomento del pensamiento crítico, el énfasis sobre la creatividad, la capacidad de resolver problemas de la vida real y de aprender de los errores, así como de la enseñanza de la humildad necesaria para pedir ayuda, de la iniciativa requerida para ser emprendedores y de la voluntad para liderar esfuerzos.
Lo anterior demanda un esfuerzo de largo plazo y bien financiado que, en primera instancia, incluya una ampliación de la capacitación técnico-vocacional enfocada a jóvenes y una mejora sustancial de la educación en ciencias y tecnología. Pero, sobre todo, requiere un cambio de mentalidad en los funcionarios de gobierno y en los propios padres de familia. De lo contrario, difícilmente se alcanzarán los niveles de capital humano que nuestro país necesita para generar innovación y mejorar los estándares de vida de la población.