DESACELERACIÓN Y RIESGO

29/mayo/2008

CÓMO ENFRENTAR LA DESACELERACIÓN ECONÓMICA

Estamos pasando por un período de desaceleración económica: la producción nacional crecerá este año, con suerte, alrededor de un 4%, en contraste con los dos años anteriores cuando registró tasas de crecimiento superiores a 5%. Un objetivo básico de la política económica debería ser que esta desaceleración, que puede considerarse normal y tolerable en virtud del adverso entrono externo que afecta nuestra economía, fuera lo más corta posible. Para lograrlo es necesario saber lidiar con al menos tres factores de riesgo presentes en la actual coyuntura.

El primero tiene que ver con la que resulta ser la principal causa de la desaceleración: el precipitado aumento de los costos de producción para las empresas que, por una parte, limita su capacidad productiva y, por otra, desincentiva la demanda de sus productos. El riesgo radica en no reconocer que se trata de un fenómeno mundial (precios del petróleo y materias primas), exógeno a las políticas públicas locales, y en caer en la tentación de aplicar medidas “ingeniosas” como el establecimiento de precios tope o de cuotas e impuestos a la exportación que, a fin de cuentas, resultarían perjudiciales al buen funcionamiento de los mercados y prolongarían innecesariamente la desaceleración.

El segundo factor tiene que ver con la ralentización del crédito y de la oferta monetaria, asociada a la propia desaceleración económica. El riesgo aquí consiste en diagnosticar, equivocadamente, que dicha ralentización es resultado de una política monetaria indebidamente restrictiva. Una simple revisión del panorama monetario que publica el Banco de Guatemala permite apreciar que los factores que más han incidido en el menor crecimiento de los agregados monetarios están relacionados, por una parte, con un comportamiento racional del público (que efectúa menos depósitos y demanda menos créditos bancarios de lo que lo haría en tiempos normales) y, por otra, con el bajo ritmo de la ejecución del gasto público. Este último elemento, que no sólo es habitual al inicio de cada gobierno sino que refleja además una acertada aplicación por parte del Ministerio de Finanzas de las nuevas normas para la ejecución presupuestaria, se empezará a revertir en los próximos meses cuando se ejecuten con mayor celeridad programas que, idealmente, se enfocarán en el fomento de la producción rural y en el apoyo directo a las familias más pobres. Sería, por lo tanto, un grave error sugerir ahora un relajamiento de la política monetaria pues ello sólo agravaría la actual inflación de costos.

El tercer factor de riesgo es el ambiente de pesimismo que, según diversas encuestas, parece estarse generalizando. Los “espíritus animales”, que decía Keynes, se ven afectados no solo por la situación económica local e internacional, sino por factores extraeconómicos como la amenaza de la violencia, la inseguridad y la ingobernabilidad. Este pesimismo puede generar lo que los economistas denominan una profecía autocumplida. Evitarla requiere que los líderes políticos, empresariales y de otros ámbitos de la sociedad guatemalteca, reconozcan que todos navegamos juntos sobre estas aguas turbulentas y que sólo trabajando en armonía lograremos capear exitosamente el temporal.

Evitar una profecía autocumplida requiere que los líderes políticos, empresariales y sociales reconozcan que todos navegamos juntos sobre estas aguas turbulentas

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