RECUPERACIÓN ECONÓMICA INCOMPLETA

17/mayo/2010


GUATEMALA CRECE GRACIAS A LA ECONOMÍA GLOBAL, PERO CARECE DE FUERZA INTERNA

A remolque de la economía estadounidense, la actividad económica en Guatemala está mostrando algunas señales de recuperación. El Fondo Monetario Internacional cree que nuestro país crecerá un 2.5% este año, casi el doble de lo que estimaba hace seis meses. El Índice Mensual de Actividad Económica –IMAE- que calcula el Banco de Guatemala también muestra signos de aumento en la producción nacional. Las exportaciones guatemaltecas, particularmente aquellas destinadas a los Estados Unidos, están creciendo a un ritmo superior al 10% anual. Nuestras importaciones, incluyendo las de materias primas y bienes intermedios destinadas a utilizarse en el proceso productivo, también están aumentando con cierto vigor.

Todos estos signos de recuperación económica parecen corroborarse con el comportamiento de la recaudación tributaria del gobierno, que ha aumentado respecto de la del año anterior, fundamentalmente a causa del crecimiento registrado en lo recaudado por concepto de IVA sobre importaciones. Resulta evidente, entonces, que la reactivación de la economía nacional obedece principalmente a la influencia positiva que el renovado crecimiento de la economía internacional ejerce sobre la producción local.

En efecto, las proyecciones de crecimiento económico de la economía mundial para 2010 dan cuenta de un aumento superior al 4% anual, explicado en parte por el renovado dinamismo de economías como la estadounidense y la china. Los vínculos económicos de Guatemala con Estados Unidos implican, entonces, un efecto beneficioso para nuestro país a través del aumento de las compras de productos guatemaltecos en el mercado estadounidense, así como de la recuperación de los flujos de turismo, inversión y remesas familiares provenientes de ese país.

Esas son las buenas noticias. Las malas son que la crecida de la demanda externa no está siendo acompañada por un aumento correspondiente en la demanda generada internamente –el mercado doméstico-, que debería ser el otro motor de una recuperación económica más dinámica. El crédito bancario al sector privado está prácticamente estancado, a pesar de la presencia de tasas de interés relativamente bajas y estables. De ello se deriva que el crecimiento del PIB guatemalteco resulte mediocre si se le compara, por ejemplo, con las tasas (superiores al 3% anual) que registran tanto Estados Unidos como la mayoría de países latinoamericanos, no digamos ya con los acelerados procesos (mayores al 7% anual) que exhiben las economías emergentes de Asia.

La confianza es uno de los ingredientes esenciales de la prosperidad económica; recobrarla y consolidarla es clave

La falta de correspondencia entre la demanda interna y la externa se explica, en gran medida, por el desaliento de lo que Maynard Keynes llamó “los espíritus animales” de los consumidores y, especialmente, de los inversionistas locales. Si estos carecen de confianza en el futuro, si no tienen un mínimo de certeza respecto de la recuperación de su inversión, o si les falta certidumbre en cuanto al entorno que regirá sus decisiones, entonces será muy difícil que emprendan actividades generadoras de ingresos y empleo. La confianza es uno de los ingredientes esenciales de la prosperidad económica; recobrarla y consolidarla es clave para lograr que la incipiente recuperación de la actividad productiva no esté basada solamente en el halón propinado por la economía internacional, sino también en el empuje que debe recibir del mercado doméstico.

La seguridad pública, la concordia ciudadana y las relaciones respetuosas y constructivas entre la clase política (y entre ésta y la ciudadanía) forman parte del clima de confianza que debe establecerse para permitir que el mercado interno tenga chance de empujar la reactivación de un crecimiento económico más dinámico. Ciertamente que establecer condiciones que consoliden un clima de confianza propicio para la actividad económica no es una tarea sencilla, pero es una condición imprescindible para siquiera empezar a hablar acerca de las reformas y políticas necesarias para lograr un desarrollo económico sostenible en el largo plazo

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