
¿CUÁL REFORMA ELECTORAL? (II)
Frente a la complejidad y falta de consenso sobre una reforma electoral integral, se propone avanzar con una reforma mínima que garantice un proceso electoral funcional y justo. Esta estrategia gradual busca corregir problemas urgentes como la judicialización, los vacíos en los tiempos de campaña y la debilidad del TSE. La propuesta prioriza acuerdos alcanzables en temas como tiempos del proceso electoral, control del proselitismo y fortalecimiento del Tribunal Supremo Electoral, dejando los temas más controversiales para una segunda etapa que deberá resolverse con criterio técnico y prudencia política.

¿CUÁL REFORMA ELECTORAL? (I)
Los partidos políticos en Guatemala impulsan una reforma electoral que aparenta mejorar el sistema, pero cuyo verdadero objetivo es aumentar el financiamiento público sin limitar el financiamiento privado ni fortalecer los controles del TSE. La propuesta implicaría altos costos fiscales para cubrir campañas electorales sin garantizar mayor transparencia ni eficacia institucional. Lejos de abordar los verdaderos problemas del sistema, como la duración de las campañas o la opacidad en los fondos privados, se apuesta por medidas cosméticas que perpetúan el statu quo político y desvían recursos públicos de sectores prioritarios.

CUOTAS ELECTORALES
Aunque las cuotas de género nacen con la intención de corregir injusticias históricas, aplicarlas en el sistema electoral podría ser contraproducente. En lugar de fomentar la igualdad real, corren el riesgo de generar nuevas formas de discriminación, debilitando principios como la meritocracia y la igualdad ante la ley. La inclusión debe promoverse desde la base, con políticas educativas y de apoyo que empoderen a las mujeres desde temprana edad. Insistir en las cuotas como solución rápida puede servir más como distractor de los verdaderos problemas del sistema político guatemalteco, como la corrupción y la debilidad institucional, que como camino real hacia la equidad.

LAS INSTITUCIONES ELECTORALES
La democracia guatemalteca está amenazada por la corrupción estructural del sistema electoral, dominado por partidos clientelistas y una autoridad electoral débil. Reformas mal enfocadas ignoran los problemas fundamentales: la falta de representatividad partidaria y la ineficacia del TSE. El fortalecimiento de estas dos instituciones es vital para consolidar la democracia y romper con el ciclo de corrupción y estancamiento. Aunque las reformas no generen efectos inmediatos, son esenciales para superar el atraso y devolver legitimidad al sistema político.