¿MOMENTO DE INVERTIR?

27/abril/2009

LAS CRISIS ECONÓMICAS SON OPORTUNIDADES PARA LA INNOVACIÓN Y LA RECUPERACIÓN

Ante el gigantesco desorden en los mercados financieros internacionales que ha impactado, primero, sobre la actividad económica real en los países industrializados y, después, sobre el desempeño del resto de países, incluyendo Guatemala, varias personas me han preguntado respecto de si deben posponer sus decisiones de inversión en virtud del ambiente de incertidumbre prevaleciente. La respuesta, desde el punto de vista macroeconómico, es que para reiniciar el crecimiento económico es necesaria la innovación y que ésta solo puede venir de las inversiones que los emprendedores hagan el día de hoy.

Este consejo anticíclico es, por supuesto, muy debatible en estos momentos en que la incertidumbre y la volatilidad que la acompaña alcanzan cotas históricas que claman por una actitud de prudencia. No obstante ello, y si la experiencia histórica sirve de algo, vale la pena recordar que muchas veces las crisis son las progenitoras de la innovación. A manera de ejemplo, durante la Gran Depresión de los años 1930 se gestaron historias de éxito como las de la compañía DuPont, en cuyos laboratorios se descubrió en esos años el hule sintético y el nylon, merced a un cuidadoso programa de investigación y tecnología que permitieron a esa empresa posicionarse como un líder en la industria petroquímica.

Los casos de Polaroid o Hewlett-Packard cuentan una historia similar de éxito construido mediante esfuerzos de innovación y emprendimiento durante aquella crisis del siglo pasado. Esto no quiere decir que todas las empresas deban invertir innovadoramente durante las crisis, pero sí es indicativo de que los emprendedores deben estar atentos a las posibilidades de innovación que se abren en estos momentos, tal como lo aconsejó el brillante economista Joseph Schumpeter a raíz de la Gran Depresión..

Schumpeter hizo hincapié en que las depresiones económicas generaban fuerzas positivas que él denominó “destrucción creadora”, que se caracteriza por la desaparición de las empresas menos eficientes, la liberación de capitales para que se trasladen de actividades decadentes hacia nuevas industrias, y el movimiento de trabajadores bien calificados hacia empresas más productivas. Estos movimientos schumpeterianos, aunque no están exentos del dolor que entraña todo cambio, subrayan el hecho histórico de que las empresas que tengan la suficiente liquidez y las ideas adecuadas para innovar pueden encontrar enormes oportunidades en los ambientes recesivos y convertirse en motores de la recuperación.

En los mercados financieros mundiales ya empiezan a producirse importantes transformaciones impulsadas por personajes innovadores. No todos tendrán éxito, pero quienes lo logren se convertirán en los nuevos líderes del sector. Es seguro también que habrá una reforma en el ambiente regulatorio de la actividad financiera, con nuevas reglas y nuevos límites. Lo mismo ha sucedido después de cada crisis financiera. Pero los innovadores sabrán adaptarse a las nuevas disposiciones y operarán con renovado éxito, como ha sido el caso a través de la historia. Y lo mismo sucederá en el sector real de la economía. Las ideas de Schumpeter siguen teniendo validez: la innovación de los emprendedores, que viene tanto desde adentro como desde afuera de las empresas, es esencial para revertir la crisis.

Durante la Gran Depresión nacieron historias de éxito como DuPont, Polaroid y Hewlett-Packard, que innovaron en tiempos de incertidumbre

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