¿AHORRAR EN TIEMPOS DE CRISIS?
22/diciembre/2012
AHORRAR DURANTE UNA CRISIS PUEDE AGRAVAR SUS EFECTOS A NIVEL COLECTIVO
Ha sido copiosa en días recientes la lluvia de correos electrónicos, artículos de prensa y columnas de opinión dedicadas a dar consejos al ciudadano común sobre cómo enfrentar la crisis económica mundial. Un elemento común en la mayoría de estos mensajes es la recomendación de ahorrar en tiempos de crisis. Desde un extenso mensaje atribuido al multimillonario mexicano Carlos Slim, hasta algunas piezas de propaganda oficial publicadas hace algunos meses, todos coincidían en resaltar la importancia de la frugalidad y del ahorro para sobrevivir a la crisis.
Lo que es una virtud individual puede convertirse en un vicio colectivo si el resultado final afecta negativamente a la sociedad
Aunque a primera vista parece un consejo razonable, la recomendación de ahorrar en tiempos de crisis puede resultar, a la larga, contraproducente. Si mal no recuerdo, la sabiduría popular de mis abuelas sugería que el momento de ahorrar era en los tiempos de bonanza (no en los de crisis), de manera que cuando llegaran los años de vacas flacas se pudiera disponer de los recursos ahorrados. Desde el punto de vista macroeconómico, el consejo de ahorrar durante una crisis es una falacia peligrosa. Se comete una falacia de composición cuando se pretende extender al todo lo que es sólo cierto para la parte, por el mero hecho de ser cierto para la parte. Cuando se dice que el ahorro puede ser una virtud individual en tiempos de crisis, no se cae en la cuenta de que el ahorro puede ser, al mismo tiempo, un vicio colectivo: los esfuerzos individuales de ahorrar en tiempos de recesión pueden hacer que disminuya el total del ahorro de la sociedad.
En efecto, cuando un individuo ahorra disminuye su consumo, lo que quiere decir que reduce los ingresos de alguien más, pues lo que una persona gasta es lo que otra recibe como ingreso, de manera que si un individuo logra ahorrar más, lo hará a costa de otros que deberá apretarse el cinturón. Y si todo el mundo decide ahorrar al mismo tiempo, en un momento en que el desempleo está aumentando, lo que conseguirá la colectividad es agravar la crisis. De manera que si bien el ahorro puede ser una virtud individual que pude mejorar la situación económica de una persona, podría también convertirse en un vicio colectivo en la medida en que el resultado final sea contario a los intereses de la sociedad en su conjunto. Este es un caso en donde lo que es cierto para la parte, no es cierto para el todo.
En estos tiempos está muy bien seguir los consejos relativos a cuidar el empleo, a no malgastar en bagatelas, o a no comprar regalos navideños hasta para los primos en tercer grado de consanguineidad; pero, por favor, lo que usted consiga ahorrar con estas medidas de austeridad gástelo bien, con prudencia pero sin pichicatería, en cosas útiles y gratificantes, muchas de ellas relacionadas con los eventos de fin de año: las inscripciones y los útiles escolares, un buen regalo para sus seres más queridos, y, claro está, un tamalito navideño que, aunque sea con sacrificios, ayude a disfrutar la celebración con su familia. A fin de cuentas, y perdonen el lugar común, vale la pena recordar que lo mejor de la Navidad no está en los bienes materiales que simplemente la adornan y complementan, sino en el amor que la venida del Redentor haga latir en nuestros corazones.