ALZA EN EL PRECIO DE LOS ALIMENTOS

22/octubre/2007

CUANDO EL PRECIO DE LA COMIDA SUBE, LOS MÁS VULNERABLES PAGAN EL COSTO

El costo de la Canasta Básica de Alimentos que calcula el Instituto Nacional de Estadística ha aumentado en casi 17% en el último año. El alza en el precio de los alimentos castiga más a las familias de menores recursos, pues éstas destinan una proporción mayor de sus ingresos a su alimentación. ¿Qué pueden hacer las políticas públicas para enfrentar este problema? Lo primero es identificar las causas reales del aumento en el precio de los productos alimenticios y, a partir de allí, tomar acciones que no ocasionen problemas adicionales a los que se desea resolver. Al respecto, es importante tener conciencia de que la reciente alza en el precio de los productos primarios es un fenómeno mundial. A la fecha, los precios internacionales del maíz, trigo, soya, leche y carne (además del cobre, plomo, algodón, café y cacao) mostraban aumentos superiores al 10% en el último año.

El principal factor responsable de ello es el precio del petróleo: el subsecuente aumento de la producción de sustitutos como el etanol y el biodiesel ha ocasionado un mayor consumo de maíz y trigo para tales propósitos, lo que no sólo ha implicado un alza de su precio, sino también en el de otros alimentos básicos como la soya (cuya área de producción mundial se ha reducido para dar lugar a nuevas plantaciones de maíz) o la leche (pues los granos para alimentar al ganado son ahora más caros). Esta situación se agrava por otros factores, tales como una sequía en Australia (que redujo la oferta mundial de trigo) o brotes de infecciones que afectaron la producción ganadera en China.

El problema con el mercado de biocombustibles es que está operando de manera ineficiente y distorsionada. Por ejemplo, el etanol producido (con maíz) en Estados Unidos es mucho menos eficiente y menos beneficioso para el ambiente que el etanol latinoamericano (producido con caña de azúcar), no obstante lo cual el gobierno estadounidense continúa otorgando generosos subsidios a sus granjeros y productores de etanol, y continúa cargando elevados aranceles a los biocombustibles importados. Mientras tal situación persista, la producción ineficiente de biocombustibles en Europa y Estados Unidos continuará ocasionando distorsiones que reducen la disponibilidad de alimentos y encarecen su precio en todo el mundo, afectando así a los más pobres.

El aumento en los precios de los alimentos golpea más a los más pobres; las soluciones deben ser inteligentes y sostenibles

Enfrentar este fenómeno internacional no es cosa sencilla para países como Guatemala, pero algunas decisiones pueden tomarse, empezando con evitar medidas precipitadas que resultan en remedios peores que la enfermedad, tales como poner precios tope o pretender apresar a los panaderos por “especuladores”. En cambio, se debe persistir en mantener la prudencia fiscal y la disciplina monetaria, además de contemplar medidas arancelarias que permitan reducir el costo de importación de los alimentos básicos, así como consolidar la política de seguridad alimentaria enfocada a los grupos más vulnerables. Y en el ámbito internacional, en foros tales como la Organización Mundial del Comercio o en las reuniones anuales del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, exigir con firmeza a los países industrializados que desmantelen sus prácticas arancelarias y de subsidios que tanto dañan a nuestros países.

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