EL GRUPO DE LOS VEINTE
30/marzo/2009
LA CUMBRE DEL G-20 BUSCA SOLUCIONES A LA CRISIS MUNDIAL, PERO SU IMPACTO ES INCUESTIONABLE
El próximo 2 de abril se reunirá en Londres el llamado Grupo de los Veinte –G-20-, que es un foro de discusión económica entre las economías industrializadas más grandes del mundo y los países en desarrollo que (como Brasil o Corea, por ejemplo) se consideran “de importancia sistémica”. En esta próxima cumbre, el G-20 pretende alcanzar acuerdos para superar la peor caída de la producción mundial en los últimos 60 años, así como para mejorar la regulación del maltrecho sistema financiero internacional.
Como en cualquiera de este tipo de foros, el contenido del comunicado final (que lleva discutiéndose a nivel técnico desde hace meses) no tendría por qué ser muy difícil de predecir. Seguramente va a contener compromisos para adoptar políticas de estímulo y expansión económica, evitar medidas comerciales proteccionistas, y asegurar que las instituciones financieras internacionales canalicen recursos financieros hacia las economías en vías de desarrollo. También es casi seguro que se pronunciarán sobre el necesario saneamiento de los balances de los bancos y la ayuda a los países más pobres. Una primera gran pregunta que surge es si toda esta retórica será seguida de acciones concretas que reduzcan la duración de la actual crisis.
Otra gran pregunta es si, además de los temas obvios arriba mencionados, el G-20 nos sorprenderá con alguna propuesta novedosa y efectiva. Por ejemplo, apoyar una emisión especial y general de Derechos Especiales de Giro –que son activos (y, a la vez, pasivos) financieros del FMI que se repartirían a todos los sus países miembros en proporción a su cuota de participación en la institución-. Otra medida novedosa sería explorar la propuesta de China de constituir una moneda de reserva internacional sobre una base multilateral. O podrían alcanzar algún acuerdo sobre la necesidad de que las agencias calificadoras de riesgo que hasta ahora han operado por la libre tuvieran, a su vez, alguien que las regule y califique.
Las grandes cumbres prometen mucho, pero la clave está en convertir la retórica en acción efectiva
Sin embargo, también habría que estar atentos a que el G-20 no se ponga demasiado ingenioso y acuerde medidas desesperadas o poco realistas. Se habla, por ejemplo, de la posibilidad de emitir “listas negras” de países que no respeten ciertas normas financieras o fiscales dictadas por el G-20. También se habla de lanzar una reforma profunda de la “arquitectura financiera internacional”. Al respecto cabe plantearse, por una parte, cuál es la legitimidad del G-20, que no es sino un club de amigos que se han auto-invitado a charlar sobre temas económicos internacionales; por otra parte, habría que preguntarse si, en lugar de reinventar el sistema, las acciones deberían mejor enfocarse en utilizar a su máximo potencial las instituciones multilaterales que ya existen y que han sido hasta hoy subutilizadas, por no decir menospreciadas, por parte de las grandes potencias económicas mundiales.
En realidad, es poco probable que de este tipo de cumbres surjan grandiosas soluciones a la problemática mundial; lo que sí es factible esperar, de manera optimista, es que se manifieste un compromiso genuino por parte de los líderes de estas enormes naciones para avanzar rápidamente sobre los temas multilaterales impostergables.