ESPERANZAS INFUNDADAS
2/febrero/2009
LA REFORMA MIGRATORIA SIGUE SIENDO UNA PRIORIDAD OLVIDADA
El pasado viernes tuvo lugar en Estados Unidos una redada contra inmigrantes ilegales guatemaltecos, la primera de la era Obama. Aquellos que pensaban que el cambio de inquilino en la Casa Blanca produciría modificaciones en la política migratoria estadounidense deben empezar a percatarse de que sus esperanzas eran infundadas: la nueva administración demócrata tiene otras prioridades. Desde que hace casi dos años fracasó el intento de los senadores Kennedy y McCain de reformar la legislación migratoria, la opinión pública estadounidense está cada vez más en contra de la inmigración (legal e ilegal), sentimiento que se ve exacerbado por los efectos de la recesión económica. En tales circunstancias, la posibilidad de que los políticos en Washington se interesen en el tema migratorio es cada vez más remota.
Conviene tener presente que las decisiones de política pública y, en particular, las reformas legislativas que deben aprobarse en temas como el migratorio, están fuertemente influidas por los grupos de interés y de cabildeo. No es casualidad que la primera legislación anti-migratoria de los Estados Unidos –el Acta de Exclusión de Chinos, de 1882- haya sido activamente apoyada por las federaciones de sindicatos, uno de los grupos de presión que, hasta el presente, se oponen con más vehemencia a las políticas que favorezcan a los inmigrantes.
Por su parte, los grupos que cabildean a favor de la inmigración suelen provenir de sectores económicos en los que los sindicatos son tradicionalmente débiles. Desgraciadamente, el incentivo para que estos grupos actúen es la relativa escasez de mano de obra no calificada, que se hace menos apremiante en un período como el actual en el que el desempleo está creciendo. Por lo tanto, en las actuales circunstancias son los grupos opuestos a la inmigración los que más hacen escuchar su voz. En medio de una recesión a la que el presidente Obama ha llamado “un desastre continuado”, no es de extrañar que sus prioridades estén en otra parte: rescatar al sistema bancario, recobrar la confianza de los consumidores, impulsar la inversión y contener la crisis. Las energías que requiere este esfuerzo descartan cualquier involucramiento suyo en el tema migratorio.
Las energías del gobierno están en la crisis económica, no en la reforma migratoria
Lo cual es una pena porque la inmigración ilegal es, desde el punto de vista económico, un factor que beneficia a la actividad económica: el influjo de trabajadores no-calificados beneficia a las empresas y hogares que los contratan, representa costos más favorables para los consumidores, incentiva la inversión y promueve nuevas empresas. Por supuesto que los oponentes de la inmigración argumentan que los trabajadores ilegales deprimen los salarios de los trabajadores estadounidenses y les quitan sus empleos. Y puede ser que en alguna medida eso ocurra, pero la mayoría de estudios serios sobre el tema encuentran que dichos costos, si es que realmente existen, son claramente menores que los beneficios que generan los trabajadores inmigrantes.
Tarde o temprano, los políticos estadounidenses deberán abrir los ojos ante esa realidad. Mientras ese momento llega, lo menos que pueden hacer las autoridades guatemaltecas es exigir un trato humano y civilizado hacia aquellos compatriotas nuestros que tengan la mala suerte de caer en una de esas ingratas redadas.