EL DESAFÍO DE LOS GRANOS BÁSICOS
21/marzo/2011
¿Qué puede hacer un país pequeño, como Guatemala, para enfrentar este fenómeno global y persistente?
En meses recientes se ha registrado un aumento significativo en los precios de los alimentos a nivel internacional, que ha sido más sensible en el caso de los cereales y que amenaza con agravar los niveles de pobreza de millones de personas. Este fenómeno mundial se ha contagiado inevitablemente a Guatemala, como lo demuestra el alza que registró el Índice de Precios al Consumidor, cuyo componente de alimentos registró el febrero más inflacionario de los últimos seis años.
Estas alzas tiene varios motivos. Por un lado, el renovado ritmo de crecimiento de las economías asiáticas, luego de la crisis internacional, ha significado un aumento en la demanda de bienes de consumo, incluyendo alimentos, por parte de países tan dinámicos y superpoblados como China e India; esa mayor demanda presiona al alza los precios de los granos básicos. La tendencia persistente del dólar a depreciarse respecto de otras monedas también contribuye a este aumento en la demanda de granos básicos por parte de los países asiáticos.
Por otro lado, el repentino aumento en los precios del petróleo y sus derivados, desencadenado en gran medida por la inestabilidad geopolítica en el mundo árabe, ocasiona que los biocombustibles luzcan de nuevo como un atractivo sustituto del diesel, lo cual induce a los productores de maíz a vender el grano para esos fines (en vez de para alimentación) y elevar sus precios.
En adición a estos fenómenos cíclicos está la tendencia de largo plazo de aumento en la población mundial, con tasas de crecimiento más elevadas en el caso de países más pobres cuya población demanda cada vez más alimentos esenciales (particularmente granos básicos) lo que eleva la demanda (y empuja los precios) de estos productos en el mundo de manera persistente.
Los precios altos del maíz pueden ser una oportunidad, si los pequeños productores reciben apoyo para aumentar su productividad
El hecho de que el actual aumento de precios de los granos básicos a nivel global sea el tercer episodio de este tipo en los últimos cinco años, refleja que estamos enfrentando un fenómeno estructural, y no una simple burbuja pasajera de alza en los precios. ¿Qué puede hacer un país pequeño, como Guatemala, para enfrentar este fenómeno global y persistente?
Según expertos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación –FAO-, la clave está en que los productores de granos básicos logren aumentar sus rendimientos por área. Eso pasa, en un país como el nuestro donde muchos de esos productores son micro empresarios minifundistas, porque el gobierno les facilite recibir programas de extensión, capacitación, y asesoría efectivos. Y también pasa porque las señales de mercado que los precios elevados envían a dichos productores sean correctamente interpretadas por estos para que logren beneficiarse de tales precios.
No hay que olvidar que, en principio, los precios más altos del maíz, por ejemplo, deberían beneficiar a los miles de pequeños productores, no sólo en el corto plazo en forma de mayores ingresos, sino de manera más sostenible en la medida que esos ingresos se traducen en inversiones que redunden en mejores prácticas agrícolas y mayores rendimientos por área. Pero para ello, aunque resulte doloroso, hay que dejar que los precios se manifiesten en el mercado.
Si, por el contrario, en su afán de evitar que los precios internacionales se trasladen al mercado interno, el gobierno decide interferir en el mercado ya sea prohibiendo las exportaciones nacionales de granos básicos o, peor aún, implantando precios tope, los productores domésticos no percibirán adecuadamente las señales que les permiten orientar de mejor manera sus decisiones respecto de aumentar o diversificar su producción, así como respecto de invertir o endeudarse.
Claro está que el mecanismo de precios no va a resolver los problemas que el alza de precios de los granos básicos tiene sobre la capacidad adquisitiva del consumidor más pobre, por lo que un rol central del gobierno es proveer las redes de protección para los segmentos más pobres de la población consumidora que se están viendo afectados por el alza en los precios de los granos básicos, focalizando en dichos segmentos los programas de asistencia social (incluyendo transferencias de efectivo) que les permitan adquirir los productos a los precios que, inevitablemente, imperan en los mercados mundiales.