NADA NUEVO BAJO EL SOL

29/septiembre/2008

LA CRISIS FINANCIERA GLOBAL SE DEBE A UN EXCESIVO GASTO Y UNA FALTA DE REGULACIÓN EN LOS MERCADOS FINANCIEROS

La crisis financiera internacional es el tema de moda. Confieso, empero, que no me apetecía referirme al tema, entre otras razones, porque demasiadas opiniones se han estado vertiendo desde perspectivas teóricas e ideológicas que dificultan o tergiversan la comprensión de los hechos e ignoran su contexto político, amén  de que arriban a conclusiones francamente prematuras cuando los acontecimientos aún están desarrollándose. Sin embargo, la velocidad y magnitud de lo ocurrido en Wall Street en las pasadas dos semanas, y sus posibles consecuencias mundiales, ameritan algunas reflexiones. La crisis hipotecaria estalló hace más de un año en los Estados Unidos, pero fue sólo hasta hace pocos días que los dos gigantes hipotecarios (Freddie Mac y Fannie Mae, que de facto eran semi estatales) fueron nacionalizados, desaparecieron los únicos dos bancos de inversión sobrevivientes (que se convirtieron en compañías bancarias normales) y continuaron saliendo del mercado otras entidades bancarias (como el gigante hipotecario Washington Mutual), todos afectados por la pérdida de valor de las hipotecas.

La raíz del problema ha sido el excesivo gasto en el que las familias y el gobierno estadounidenses incurrieron durante los últimos años, que ha dejado a los consumidores y a los bancos sepultados en un mar de deudas. Resulta evidente el rol que en ello jugó la laxitud con que se manejó la política monetaria, así como el irresponsable y gigantesco déficit fiscal causado por las aventuras bélicas de George W. Bush. También es evidente que las innovaciones financieras evolucionaron mucho más rápidamente que la necesaria regulación-supervisión de los mercados financieros que asegurara una mayor transparencia y una mejor vigilancia sobre los riesgos en que estaban incurriendo las instituciones financieras. Como en otras crisis financieras, ahora el rol del banco central es el de dar liquidez a los bancos sanos, y el del gobierno el de impulsar planes de rescate y de cremación de los cadáveres bancarios para evitar un contagio mayor. Ningún plan de rescate va a ser perfecto ni químicamente puro, pero si tal plan no existiera el colapso del sistema y la recesión mundial resultantes serían, sin duda alguna, mucho más costosos.

Ningún plan de rescate será perfecto, pero sin él, la crisis sería mucho peor

El contexto político-electoral en Estados Unidos agrega el riesgo de que la crisis financiera y los esfuerzos por minimizar sus efectos se convierta en una batalla política que degenere en una crisis económica. Pero, fuera de ello, ni las causas de la crisis ni sus remedios son sustancialmente distintos de los registrados en las distintas crisis financieras del siglo XX. Es cierto que el sistema financiero estadounidense está cambiando a una velocidad frenética, pero no se trata, ni mucho menos, del fin del capitalismo (como añoran los anti-mercado), ni de la prueba final (como ripostan los libertarios) de la perversidad intrínseca de la intervención estatal. Dadas las dimensiones bíblicas de la crisis, quizá su explicación también lo sea: “Todo es difícil de entender: no deja el hombre de cavilar,/ no se cansan los ojos de ver ni los oídos de oír./ Lo que antes existió, eso volverá a existir. /Lo que antes se hizo, eso se volverá a hacer. /No hay nada nuevo bajo el sol.”

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