REPUTACIÓN DE ESTADO FALLIDO

25/mayo/2009


GUATEMALA EN RIESGO DE CONVERTIRSE EN UN ESTADO FALLIDO SIN ACCIÓN COLECTIVA

A raíz de los acontecimientos de las pasadas semanas, la prensa internacional ha vuelto a vincular a Guatemala con la expresión “estado fallido”. La última edición del semanario The Economist señala que el asesinato de Rodrigo Rosemberg evidencia que el continuo irrespeto a la ley ubica a nuestro país más cerca que cualquier otro en el continente (salvo Haití) de convertirse en un estado fallido. También señala que tal desenlace dependerá, en gran medida, de cómo se resuelva y en qué situación quedan los responsables del homicidio del abogado.

Guatemala enfrenta un deterioro institucional grave, y su situación actual requiere de acción urgente para evitar caer en un vacío de poder catastrófico

Me resisto a aceptar que mi país se aproxime a ser un estado fallido porque, objetivamente, estamos aún muy lejos de ser Somalia o Zimbabue, pero debo reconocer que hay graves señales de deterioro institucional que, en caso extremo, pueden desembocar en vacíos de poder de consecuencias catastróficas. Sin embargo, no es sencillo definir qué es un estado fallido. Según Max Weber, el estado es la entidad que monopoliza exitosamente el uso legítimo de la fuerza; si aceptamos esta definición, la situación de violencia descontrolada que vive hoy el país lo colocaría lejos de constituir un verdadero estado.

En el Índice de Estados Fallidos que publicó la revista Foreign Policy en julio pasado, Guatemala no aparecía entre los 60 estados con peor calificación y mostraba una mejor posición que otros países americanos como Haití (que ocupaba el puesto 14 y se ubicaba en un “nivel crítico”), Colombia (puesto 37, nivel “en riesgo”) y Bolivia (55, “en el límite” al igual que Guatemala, El Salvador y México). En otro índice, el de Debilidad del Estado que calcula la Brookings Institution, Guatemala ocupa en octubre pasado el puesto 60 entre 141 estados calificados como débiles, la tercera peor posición del Hemisferio (sólo están peor calificados Haití, en el puesto 12, y Colombia, en el 47). En estos índices, que son una síntesis de varios indicadores económicos, sociales y políticos, los peor calificados son países africanos como Somalia, Congo y Sudán, a los que también se suman Irak y Afganistán.

Aunque con muchas diferencias entre ellos, los estados fallidos tienen ciertas características en común, como la inestabilidad política y económica, pobreza, desorden civil, terrorismo, violencia, tráfico de personas o estupefacientes, conflicto étnico o social, epidemias y enfermedad. Guatemala tiene algunas de estas características pero, afortunadamente, carece de otras varias. En todo caso, nuestro país es un foco de preocupación para la comunidad internacional, no sólo por la razón altruista de evitarle a los guatemaltecos los sufrimientos que acarrea un estado fallido, sino también (y principalmente) porque un estado en caos es dañino para el resto del mundo pues, por una parte, se convierte en terreno fértil para el terrorismo, el narcotráfico, el tráfico de personas y las pandemias y, por otra, daña el potencial de crecimiento de los países vecinos.

Por eso es que tenemos hoy a CICIG y a los países más desarrollados empeñados en ayudarnos a construir instituciones, hacer más eficiente al estado y fortalecer el estado de derecho. Pero la principal responsabilidad y el esfuerzo central debe ser el de nosotros los guatemaltecos. Estamos aún lejos de ser un estado fallido, pero si no tomamos conciencia y acción estaremos caminando hacia allí.  

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