
¿GASTO PÚBLICO PARA REACTIVAR LA ECONOMÍA?
El presupuesto 2021 destina más de Q4.5 millardos a reactivación económica, principalmente en infraestructura, pero su eficacia corre un alto riesgo debido a la ineficiencia y corrupción histórica del gasto público en Guatemala. El FMI estima que en países en desarrollo hasta un 40% de la inversión pública se pierde por estos factores. Para garantizar el impacto de los recursos, se recomienda crear fondos de inversión blindados con gobernanza transparente, priorizando salud, nutrición infantil e infraestructura estratégica. Además, el Estado debe incentivar la inversión privada y el consumo mediante fondos de garantía, aprovechando recursos líquidos retenidos por la incertidumbre económica.

PRESUPUESTO 2021: UNA OPORTUNIDAD PARA LA RECUPERACIÓN ECONÓMICA
El Presupuesto del Estado para 2021 debe ser el eje central de la reactivación tras la pandemia, orientando recursos hacia cinco áreas prioritarias. Primero, fortalecer las redes de protección social con programas permanentes y focalizados que garanticen estabilidad a los más vulnerables. Segundo, invertir en sanidad pública y prevención de desastres para enfrentar futuras emergencias. Tercero, impulsar infraestructura física, vial y tecnológica con mayor eficiencia y transparencia. Cuarto, promover la generación de empleo directo e indirecto mediante confianza en el rumbo económico. Finalmente, asegurar la sostenibilidad fiscal para mantener la solvencia internacional y garantizar financiamiento futuro para el desarrollo.

RIESGOS PARA LA ECONOMÍA
Una misión técnica del FMI concluyó que, pese a la estabilidad macroeconómica de Guatemala, el crecimiento de 2018 apenas llegó al 3 % debido a la caída de exportaciones, la baja inversión en infraestructura y el desplome de la minería. Para 2019, el panorama sigue limitado por un año electoral incierto y riesgos globales como la guerra comercial de EE. UU. y las políticas antimigratorias que afectan las remesas. El Fondo señala que los desafíos de mediano plazo requieren reformas institucionales y fiscales para fortalecer servicios públicos e impulsar productividad. Sin embargo, en el corto plazo identifica margen para dinamizar la economía mediante mayor gasto público en infraestructura y un relajamiento monetario gracias a la baja inflación, rompiendo con su tradicional receta de austeridad.

EL FMI Y LA AGENDA LEGISLATIVA
Guatemala enfrenta un estancamiento económico que no se resolverá sin reformas institucionales profundas. El FMI identifica como prioridades clave mejorar el clima de negocios, aumentar la inversión pública, reformar el sistema político y fortalecer la gobernanza. Para lograrlo, propone una agenda legislativa que incluye simplificación aduanera, certeza jurídica, reforma electoral, fortalecimiento del sistema financiero y modernización del Servicio Civil y la Contraloría. El crecimiento económico sostenido depende de una acción legislativa valiente y coordinada.

ACERCA DE LA POLÍTICA MACROECONÓMICA
Las críticas recientes que afirman que la política macroeconómica de Guatemala está “agotada” ignoran que esta abarca mucho más que solo la política monetaria o cambiaria. Mientras que la política monetaria ha logrado cierta estabilidad, el resto de políticas macroeconómicas —como la fiscal, comercial o institucional— han sido mal gestionadas, desvirtuadas o completamente desatendidas. En lugar de promover el crecimiento y reducir la pobreza, el presupuesto ha sido usado para fines clientelares y cortoplacistas. El problema no es que las políticas estén agotadas, sino que nunca se han aplicado con visión ni coherencia.

MÁS ALLÁ DEL PRESUPUESTO ANUAL
El presupuesto del Estado 2017 en Guatemala refleja graves problemas estructurales, como la rigidez del gasto, el uso indebido del endeudamiento para gastos corrientes y la baja inversión en infraestructura. Sin embargo, rechazar su aprobación solo agravaría la crisis de gobernabilidad. Se necesita un diálogo fiscal serio para abordar las raíces del problema: mejorar ingresos, priorizar inversiones y aumentar la transparencia.

POR QUÉ TAN POCA INFRAESTRUCTURA
El “ADN Económico de Guatemala” del Banco Mundial subraya que, pese a su estabilidad macroeconómica, la economía guatemalteca crece muy poco debido a su baja productividad, especialmente por la escasa inversión en infraestructura. El sector construcción apenas representa el 3% del PIB, y su dinamismo es casi nulo. Aunque existe un marco legal para alianzas público-privadas, faltan proyectos bien estructurados y transparencia para atraer inversiones. Guatemala debe romper esta inercia para evitar que la pobreza y la fragilidad social se mantengan o agraven.

A REPONERSE DEL GOLPE
La agencia Fitch degradó la calificación de riesgo-país de Guatemala de BB+ a BB, alejándola aún más del grado de inversión y enviando una señal negativa a los mercados. Las causas principales de esta decisión fueron el bajo crecimiento económico, la limitada recaudación fiscal y la débil gobernabilidad. A pesar de ello, Guatemala conserva fortalezas importantes como su estabilidad macroeconómica y fiscal. El reto ahora es traducir esa estabilidad en políticas públicas efectivas que impulsen el desarrollo humano y físico, con liderazgo político dispuesto al diálogo y a construir consensos duraderos.

TIJERAS CONTRA LA CORRUPCIÓN
La corrupción es un obstáculo crítico para el desarrollo de Guatemala, afectando desde la inversión hasta la calidad de los servicios públicos. Para combatirla se requiere una combinación institucional entre el Ministerio Público y la Contraloría, articuladas por la voluntad política de los tres poderes del Estado. Sin embargo, esta estructura necesita del empuje de una ciudadanía que rechace la impunidad. Los costos de la corrupción son abismales, estimados en miles de millones de quetzales anuales, y su impacto negativo es reconocido tanto por organismos nacionales como internacionales. La renovación de autoridades en 2014 fue vista como una oportunidad, pero solo con vigilancia ciudadana constante se puede lograr un cambio real.

MOTIVO DE ORGULLO
El éxito sin precedentes de Guatemala en los Juegos Panamericanos, con 15 medallas y una posición destacada en el medallero, refleja no solo el talento y la determinación de sus atletas, sino también el potencial impacto positivo de una inversión estatal sostenida en el deporte. En un contexto nacional marcado por el dolor y la incertidumbre, este logro colectivo ha ofrecido un alivio moral y una señal de que es posible alcanzar la excelencia cuando se combina esfuerzo, apoyo institucional y rendición de cuentas. La continuidad de estos avances exige más transparencia en el uso de fondos públicos y un compromiso real con el desarrollo deportivo como vía para cohesionar y elevar al país.