EN UN MAR DE ÍNDICES

05/noviembre/2007


LOS RANKINGS INTERNACIONALES MUESTRAN LOS DESAFÍOS DE GUATEMALA Y LA NECESIDAD DE ACCIONES URGENTES Y CONSISTENTES PARA MEJORAR SU DESEMPEÑO

Aunque los índices tienen limitaciones, proveen parámetros valiosos para identificar fortalezas, debilidades y oportunidades de mejora

De un tiempo a esta parte ha proliferado a nivel mundial la publicación de índices por parte de instituciones, privadas y públicas, que permiten conformar rankings o “tablas de posiciones” de los países en función de que cumplan con las categorías y condiciones que cada índice califica. Así, tenemos que existen índices y rankings de competitividad, de desarrollo humano, de integridad pública, de libertad económica, etcétera. Su utilidad radica en que estandarizan y sistematizan la medición del desempeño de un país en determinada área, lo cual no sólo posibilita la comparación entre un país y otro, sino que también permite ver los avances y retrocesos que se producen en cada país, en ese campo específico, a lo largo del tiempo. Asimismo, el análisis de los índices y, en particular, el examen de los componentes en los que se basa su cálculo, permite identificar las fortalezas y debilidades de cada realidad nacional y, con base en ello, establecer las acciones y medidas de política pública que deben emprenderse.

No obstante lo anterior, es importante saber interpretar cada índice y, en todo caso, tomar sus resultados con cierto grado de reserva ya que, aunque suelen presentarse como mediciones objetivas de la realidad, ninguno de ellos escapa de incorporar elementos de subjetividad manifestados en la selección de los factores a calificar y en la ponderación que se le asigna a cada factor. Tales elementos están asociados a la ideología prevaleciente en la institución que lo calcula; por ejemplo, el Índice de Libertad Económica es producido por la Fundación Heritage, un centro de pensamiento que favorece la no intervención del gobierno en la economía, en tanto que el Índice de Desarrollo Humano es calculado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, una agencia conocida por su énfasis en el área social y su crítica a las llamadas políticas neoliberales. Otro riesgo en la interpretación de los índices es su intrínseco carácter relativo, lo que implica que aunque todos los indicadores de un país hayan mejorado, éste puede empeorar en el ranking si otros países mejoraron más rápidamente en el mismo período.

Lo que es incuestionable es el servicio que los distintos índices, independientemente de sus limitaciones, proveen como parámetro del desempeño del país. La semana pasada, la Fundación para el Desarrollo de Guatemala (FUNDESA) y el Programa Nacional para la Competitividad (PRONACOM) presentaron una interesante evaluación de ocho de estos índices en la que, por más que uno quiera ser optimista, la nave guatemalteca parece hacer agua en ese mar de índices. A manera de ilustración, si le diésemos 100 puntos al país mejor calificado, en el Índice de Desarrollo Humano Guatemala obtendría sólo 33 puntos; en el Índice de Competitividad (del Foro Económico Mundial) obtendría 34; en el índice Doing Business (del Banco Mundial), 36; en el Índice de Percepción de Corrupción (de Transparencia Internacional), 38; y, en el de Libertad Económica, 57. La conclusión es indiscutible: partiendo de reconocer nuestra realidad, tenemos como país enormes retos que debemos enfrentar con urgencia, coherencia y constancia.

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