LA AMENAZA DEL PETRÓLEO
12/noviembre/2007
EL ELEVADO PRECIO DEL PETRÓLEO RESPONDE A UN DESAJUSTE ENTRE DEMANDA Y OFERTA Y A FACTORES GEOPOLÍTICOS QUE PUEDEN AFECTAR LA ECONOMÍA MUNDIAL
Uno de los tópicos más discutidos en las últimas semanas es el elevado nivel de los precios del petróleo, que han aumentado dramáticamente este año: en promedio, el barril del West Texas Intermediate, que costaba 61 dólares en diciembre pasado, subió a 95 dólares en el presente mes de noviembre. Aunque en la prensa se han mencionado diversas explicaciones a dicho aumento, la principal razón es la más elemental: la demanda supera ampliamente a la oferta del crudo. El crecimiento robusto de la economía mundial ha generado un aumento en la demanda de petróleo. Las economías de China y Estados Unidos representan, combinadas, la mitad del consumo mundial de carburantes y, aunque la economía estadounidense ha empezado a desacelerarse, las de China y otros países emergentes no dan visos de ralentización. Del lado de la oferta, la producción por parte de los miembros de la OPEP se ha reducido ligeramente, en tanto que los productores que no son miembros de dicha organización no han podido incrementar su oferta al mismo ritmo en que aumenta la demanda. Ello ha ocasionado que las existencias almacenadas de crudo en los países industrializados se estén reduciendo.
El aumento del precio del petróleo refleja desequilibrios de mercado y riesgos geopolíticos
En adición a lo anterior, el precio del petróleo refleja las percepciones respecto a cómo el mercado puede verse afectado por el ambiente geopolítico que, en la coyuntura actual, se relaciona con las crecientes tensiones en la frontera de Turquía con Irak, así como con los persistentes problemas de Irak e Irán en sus relaciones con Occidente, particularmente con los Estados Unidos. Otros ingredientes que agravan la situación son los problemas climáticos en el Golfo de México, que dificultan la extracción de crudo en el área, y el número limitado de refinerías alrededor del mundo, que impide adecuar la oferta de derivados del petróleo a la creciente demanda internacional. A todo ello hay que agregarle el “efecto contable” resultante de la devaluación del dólar estadounidense, que implica que deban pagarse cada vez más dólares por cada barril de combustible.
Es de esperarse que se produzca una mayor inflación a nivel mundial, aunque los efectos no tendrán por qué ser catastróficos si consideramos que el 55% de aumento en el precio de petróleo en lo que va de 2007 es comparable con el 45% que registró en 2005, cuando la inflación se elevó muy moderadamente. También es previsible que el alza de los combustibles contribuya a una desaceleración de la economía global, la cual, de nuevo, no tendría por qué ser abrupta pues hoy en día las economías son menos intensivas en combustible de lo que lo eran en las crisis petroleras de los años setenta.
En todo caso, la subida en el precio de los carburantes es una señal de mercado que deberá inducir una reducción en la demanda de los países más “petrohólicos” (China y Estados Unidos) y un gradual aumento en la oferta de carburantes que se materializará cuando las inversiones que se realizan actualmente en capacidad de extracción y refinamiento empiecen a producir. La verdadera amenaza, imponderable, consiste en que dichos ajustes de mercado se vean obstaculizados por factores extra-económicos, especialmente por los problemas geopolíticos en los países productores de petróleo.