ESTABILIDAD, CRECIMIENTO Y EQUIDAD (I)

24/julio/2007

LAS POLÍTICAS DE ESTABILIDAD MACROECONÓMICA PUEDEN CONVIVIR CON EL CRECIMIENTO Y LA REDUCCIÓN DE LA DESIGUALDAD

La estabilidad no es obstáculo para la equidad, sino su mejor aliada

Algunos analistas sostienen, respecto de la actual campaña electoral, que existe demasiada homogeneidad y poco debate sobre los temas de política económica. Resulta curioso que tal percepción se produzca ahora que, quizá por primera vez, la mayoría de partidos políticos ha presentado ante la opinión pública, con suficiente antelación y diverso grado de detalle, sus planes de gobierno y sus idearios políticos. Quienes opinan que no hay suficiente debate económico se refieren a que durante la campaña no se ha cuestionado la conveniencia de continuar aplicando políticas orientadas a preservar la estabilidad, ni se ha contrastado el efecto de tales políticas sobre los niveles de pobreza y desigualdad en el país. Detrás de tales argumentos se percibe la idea de que las políticas de estabilización y las que se orientan a combatir la pobreza y la inequidad son mutuamente excluyentes. Yo quiero, por el contrario, argumentar que las políticas orientadas a preservar la estabilidad son totalmente compatibles y, más aún, refuerzan a aquellas que buscan promover el crecimiento económico y que éstas, a su vez, son conciliables con las que procuran una mayor igualdad en materia de oportunidades y de acceso a la propiedad de los activos productivos.

La economía guatemalteca ha venido aumentando su crecimiento al tiempo que ha logrado resistir la reciente crisis petrolera sin que la inflación se haya desbordado. Este desempeño se ha visto favorecido, ciertamente, por el entorno de los mercados financieros internacionales y por el crecimiento vigoroso de los países que son nuestros socios comerciales. Pero el desempeño favorable en cuanto a crecimiento y estabilidad se debe también, en buena medida, a la aplicación de políticas prudentes tales como el mantenimiento de bajos déficit fiscales o la adopción de un esquema de metas de inflación. Estas políticas apuntalan la credibilidad del público en cuanto al mantenimiento de la estabilidad y ello permite mantener tasas de interés domésticas relativamente bajas que apoyan el crecimiento económico.

Sin embargo, pese a la referida mejora en el desempeño económico del país, existe una genuina insatisfacción con los resultados obtenidos en materia de crecimiento, los que son obviamente insuficientes para revertir los persistentes índices de pobreza y la brecha social. Es aquí donde se suele extraer la equivocada deducción de que son las políticas que buscan la estabilidad las culpables de impedir una reducción de la pobreza y la desigualdad. Es fácil comprobar que dicha deducción es falsa con sólo recordar, por ejemplo, cuán dañina es la inflación para los más pobres, que cuentan con menos opciones para protegerse de ella, en contraste con las personas que poseen más activos o que no viven de un sueldo fijo. Nuestra economía no ha logrado crecer lo suficiente, ni reducir la pobreza ni cerrar la brecha social; pero ello no es por causa de las políticas macroeconómicas prudentes, sino a pesar de ellas.

Anterior
Anterior

ESTABILIDAD, CRECIMIENTO Y EQUIDAD (II)

Siguiente
Siguiente

¿EMINENTEMENTE AGRÍCOLA?