SALUD-ENFERMEDAD Y DESARROLLO ECONÓMICO
24/noviembre/2008
UNA MEJOR SALUD PUEDE AUMENTAR EL PIB Y FOMENTAR EL DESARROLLO ECONÓMICO
Existen datos que demuestran que cada año se pierde el 7.8% del PIB a causa del ausentismo laboral por motivo de enfermedad. Otros estudios indican que si la esperanza de vida lograra aumentarse en un año, el PIB sería un 4% más grande. Estas cifras ponen de relieve la importancia que el fenómeno salud-enfermedad tiene sobre las posibilidades de desarrollo de nuestra economía, tema que fue objeto de discusión y análisis en el Primer Seminario Empresarial que se llevó a cabo hace algunos días, organizado por USAID, y en el cual tuve el gusto de participar como expositor.
Uno de los participantes, el doctor Thomas Bossert de la Universidad de Harvard, hizo hincapié en que existe una relación de doble vía entre el nivel de ingreso de una nación y su situación en cuanto a salud-enfermedad. Por una parte, cuanto mayor sea el nivel de ingresos, habrá mejor nutrición, más acceso a agua potable y a mejores servicios de salud. Por la otra, cuanto más alto sea el nivel de salud de la población, podrá haber mejores niveles de ingreso. Esto es así porque la salud tiene, en primer lugar, un efecto directo sobre la productividad de los trabajadores y de las empresas: tener empleados más sanos se traduce una reducción de los costos de las empresas por el tratamiento médico de sus empleados o por el ausentismo laboral asociado con la falta de salud.
La mejor calidad de salud, además, contribuye a mejorar los niveles educativos ya que una población más sana vive por más tiempo y tiene, en consecuencia, incentivos para invertir más en educación y en capacitación. El aumento en la esperanza de vida, a su vez, significa un aumento en la cantidad de personas en edad de trabajar, lo que implica un “dividendo demográfico” que ha permitido a otros países incrementar la tasa de crecimiento potencial de su economía. Además, una población que vive más tiempo también tiene incentivos para ahorrar más, lo que favorece la inversión y, por ende, la producción.
La salud tiene un efecto directo sobre la productividad de los trabajadores y de las empresas: tener empleados más sanos se traduce en una reducción de los costos de las empresas
En el caso de Guatemala, existen estudios recientes que demuestran que las políticas públicas en materia de Salud deben ser prioritarias, porque este sector es uno de los factores clave que más está limitando el potencial de desarrollo económico del país. Es preciso entonces que se impulsen los esfuerzos de análisis y consensos que generen políticas públicas de Estado, de carácter prioritario, para el sector Salud. Ello implica la necesidad de que se impulse un acuerdo nacional sobre la materia. Al respecto, conviene recordar que existen antecedentes y bases sobre las cuales puede plantearse dicho acuerdo, entre las que debe mencionarse la Agenda Nacional Compartida y el Plan Visión de País.
Estos acuerdos interpartidarios plantean, como punto de partida, que debe realizarse un cambio en la forma de organizar las instituciones del sector, caracterizadas por ser desarticuladas, ineficaces y poco pertinentes con la realidad nacional. Lo anterior requiere la creación de un sistema nacional de salud como una estructura operativa que gestione recursos y garantice servicios para reducir las brechas existentes. Para el efecto, es urgente que se aceleren y concreten los esfuerzos legislativos que sobre esta materia se analizan y debaten en el Congreso de la República.