LAS CLAVES DEL PRESUPUESTO
17/noviembre/2008
UN PRESUPUESTO EFICIENTE DEBE MANTENER UN DÉFICIT FISCAL CONTROLADO Y UNA EJECUCIÓN DEL GASTO PÚBLICO TRANSPARENTE
Desde el punto de vista macroeconómico, los puntos clave del presupuesto para el ejercicio fiscal 2009 no son necesariamente los que se han venido ventilando en los medios de comunicación ni en los innecesarios desencuentros que sobre el tema han surgido entre el gobierno, la oposición y las organizaciones del sector privado. Las verdaderas claves de esta presupuesto, como las de cualquier otro presupuesto gubernamental en cualquier país y en cualquier momento, radican en dos aspectos fundamentales: por una parte, que se asegure que el déficit fiscal, como proporción del PIB, no exceda de un máximo razonable; y, por otra, que conduzca a una ejecución eficiente y transparente del gasto público, incluyendo los mecanismos para su adecuada fiscalización.
Si se logra entender que estos dos aspectos son los medulares, los otros temas que han sido objeto de polémica (que si el tamaño del presupuesto propuesto es demasiado grande, que si es mejor repetir para el año próximo el mismo presupuesto que en 2008, que si se está instrumentalizando el presupuesto con fines electorales, etcétera) bajarían de intensidad y podrían discutirse de una manera más razonable y constructiva, pues son simplemente consecuencia de cómo se manejen los dos temas centrales. Además, no hay que perderse en cuanto a que un presupuesto es, precisamente, eso: un plan de ingresos y gastos basado en supuestos previos, lo cual siempre ha implicado que ningún presupuesto se ejecute exactamente como ha sido planteados (casi siempre hay sub-ejecución) y que frecuentemente sean objeto de modificaciones y ajustes a lo largo del año correspondiente.
Si se entendiera que el tamaño del déficit fiscal conjuntamente con la eficiencia y transparencia del gasto son los puntos medulares del presupuesto, se comprendería la inconveniencia de plantear posiciones extremas. Por ejemplo, pretender que se apruebe un presupuesto demasiado elevado resulta contraproducente porque, por una parte, resultaría prácticamente imposible para el aparato estatal ejecutarlo (dada su histórica incapacidad de ejecución) y, por otra, entrañaría un aumento del déficit fiscal que pondría en riesgo la estabilidad macroeconómica y la calificación de riesgo-país. Como dice un connotado economista nacional, proponer un presupuesto excesivamente elevado equivaldría a “sacar la pistola y no disparar”: sólo enviaría las señales negativas y nunca se llevaría a la práctica.
Un presupuesto debe asegurar un déficit fiscal razonable y una ejecución eficiente y transparente del gasto público para ser verdaderamente efectivo
Igualmente, y en el sentido inverso, pretender que el presupuesto no aumente respecto al del año anterior en un porcentaje al menos equivalente al crecimiento nominal de la economía (quizás un 12% para 2009), equivaldría a “dispararse en el pie”, porque implicaría que el sector público reduciría en términos reales sus gastos, lo cual sería altamente inconveniente en una situación en la que la desaceleración económica demanda más bien que se produzcan los desembolsos que el gobierno puede hacer cuando consume bienes y servicios o cuando invierte en obra pública.
Un nivel razonable de déficit fiscal (que en la última década ha implicado una cifra que no exceda de un 2% del PIB), junto con un gasto público transparente y de calidad, deberían ser los temas que guíen a la opinión pública y a los diputados para la aprobación del presupuesto.