UN ESTADO MÁS FUERTE
22/noviembre/2010
UN ESTADO FUERTE NO ES NECESARIAMENTE UN ESTADO GRANDE
La semana pasada se publicó el Informe Nacional de Desarrollo Humano 2010 que analiza el papel que el Estado guatemalteco ha desempeñado en la promoción del desarrollo humano en los últimos 25 años. Dicho informe, preparado bajo los auspicios del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo –PNUD-, hace una propuesta ambiciosa para transformar el Estado en función de mejorar los indicadores de bienestar económico y social.
El documento del PNUD propone, ni más ni menos, modernizar la arquitectura integral del Estado para que éste sea esencialmente más fuerte, democrático y plural. Es difícil (excepto tal vez para los libertarios radicales) no estar de acuerdo con la conclusión general del informe: que el Estado que Guatemala requiere es uno capaz de crear las condiciones que propicien el desarrollo humano, es decir un Estado fuerte. Sin embargo, luego de la lectura del extenso documento, es inevitable quedarse con una sensación de desconcierto e insatisfacción pues algunas (quizás demasiadas) de sus propuestas apenas encuentran fundamento en el profundo análisis histórico y descriptivo del informe.
La tarea descomunal que el PNUD plantea para reformar el Estado carece, a mi gusto, de una explicación del porqué se plantean determinadas medidas en vez de otras o, en otras palabras, cómo debiesen priorizarse las acciones de modernización para que éstas sean política y económicamente viables. Para ello, y también para hacer más equilibrado el informe, debió haberse planteado que, así como se necesita de un Estado más fuerte, también la acción pública debe estar bien focalizada y constreñida a determinados límites.
Los cambios y reformas institucionales no son fáciles; las estructuras institucionales tienen características profundas que se desarrollaron hace siglos y que tienden a mantenerse en el tiempo. A veces es posible acelerar las transformaciones mediante cambios políticos que alteren el balance de poder dentro de la sociedad, pero casi nunca dichos cambios son suficientes para modificar significativamente las estructuras institucionales. Por lo tanto, la construcción de un Estado cada vez más fuerte debe ser gradual, realista y obedecer a una lógica que justifique la intervención estatal.
El esfuerzo de fortalecer el Estado debe partir de lo esencial: proveer seguridad y justicia
En esa línea, el esfuerzo de fortalecer el Estado debe partir de lo esencial, que no es otra cosa que éste cumpla con sus funciones originarias de proveer seguridad y justicia. Luego, desde el punto de vista del desarrollo económico, el Estado debe enfocarse en facilitar y propiciar que el mercado asigne los recursos de la manera más eficiente haciendo efectivas la libre disposición de los bienes y la competencia, los derechos de propiedad y el cumplimiento de los contratos.
Como complemento a lo anterior, el Estado debe enfocarse en reducir los obstáculos a la competencia (fallas del mercado), como lo son las prácticas monopólicas y las externalidades negativas, lo cual requiere un fortalecimiento de las instituciones reguladoras y estabilizadoras del mercado, tales como el derecho de competencia, el orden monetario y financiero, el orden laboral y social, o la normativa medio-ambiental.
Como siguiente prioridad, el Estado debe fortalecerse para asegurar la provisión de bienes públicos, como carreteras, infraestructura o niveles básicos de educación, todo mediante la inversión transparente que asegure la eficiencia en el uso de los siempre escasos recursos fiscales. Finalmente, el fortalecimiento del Estado debe buscar que los ciudadanos de todos los niveles socioeconómicos puedan ejercer su libertad individual, para lo cual debe procurar la paz social y la mejora en la distribución del bienestar mediante políticas públicas tales como ciertas ventajas tributarias (mínimum vital deducible del ISR) o por el lado del gasto público (transferencias y subvenciones focalizadas), y el fortalecimiento de las instituciones legitimadoras del mercado tales como el seguro social o los esquemas para la solución de conflictos.
Un Estado fuerte no implica forzosamente un Estado grande. La búsqueda gradual de ese Estado compacto puede sonar demasiado intevencionista para los libertarios, o muy poco ambiciosa para los socialistas, pero parece ser lo más viable para la realidad guatemalteca.