GUATEMALA VISTA DESDE WALL STREET

03/junio/2007


LAS CALIFICACIONES DE RIESGO INTERNACIONAL EXPONEN LA BRECHA ENTRE LA ESTABILIDAD MACROECONÓMICA Y LA DEBILIDAD INSTITUCIONAL QUE LIMITA EL DESARROLLO DE GUATEMALA

Innumerables diagnósticos se han escrito en las últimas décadas sobre la realidad económica y social de Guatemala, publicados con diversa periodicidad por parte de organismos internacionales, entidades académicas o institutos de pensamiento locales, y entidades del sector público. Han ocupado para ello resmas de papel que podrían, quizá, alcanzar para rellenar el agujero del Barrio San Antonio.

El riesgo-país refleja tanto la solidez económica como la fragilidad política y socia

A esa legión de diagnósticos ha venido a sumarse un nuevo tipo de dictamen, cada vez más relevante, elaborado por las empresas calificadoras de riesgo. Estos dictámenes (conocidos como Calificación de Riesgo-país) se ocupan del todavía selecto club de países que tienen acceso a los mercados financieros internacionales, club al que pertenece Guatemala desde 1996, cuando se realizó la primera colocación de deuda pública guatemalteca en los mercados internacionales. Desde entonces, nuestro país ha sido objeto de un creciente interés por parte tanto de las principales empresas calificadoras (Fitch Ratings, Standard & Poor’s y Moody’s) como de los grandes bancos y compañías de inversión que operan en el vecindad de Wall Street, Nueva York.

El hecho de que la calificación de riesgo-país provenga precisamente del corazón financiero neoyorquino (epítome del capitalismo moderno) es lo que le imprime un sello que la distingue de las otras opiniones del Sistema de Naciones Unidas, la academia o el Gobierno. El juicio que expresan las calificadoras respecto de un país suele ser relativamente escueto, mas no por ello deja de ser profundo y revelador.

Para emitir su opinión, las calificadoras toman en cuenta una gama de factores que no se restringe a lo puramente económico (inflación, déficit fiscal, nivel de endeudamiento) sino que analiza aspectos políticos (estado de derecho, grupos de presión, gobernabilidad), sociales (demografía, tensiones étnicas, nivel educativo) e internacionales (política exterior, conflictos fronterizos, tratados). De la calificación resultante dependerán, en gran medida, la cantidad y calidad de los flujos de capital que entren y salgan del país y, consecuentemente, los niveles futuros de inversión y empleo.

Para el caso de Guatemala, las empresas calificadoras coinciden en señalar las fortalezas del país: una adecuada gestión macroeconómica, un crecimiento económico cuyo potencial se prevé positivo (si se combinan las condiciones del entorno con el tamaño y diversificación de la economía) y un excelente récord crediticio como país. En contraposición, también coinciden con el diagnóstico de nuestras principales debilidades: la baja calidad de las instituciones (particularmente en el área de justicia y gestión política), los bajísimos indicadores sociales (bajos ingresos, mala infraestructura, escasa cohesión social) y la patente incapacidad del Estado para cubrir las demandas sociales. El diagnóstico es preciso y plantea una agenda prioritaria para las políticas públicas.

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