RIESGO, PARA QUÉ TE QUIERO
10/junio/2007
MANTENER UNA CALIFICACIÓN POSITIVA ES CLAVE PARA EL ACCESO A FINANCIAMIENTO, LA INVERSIÓN Y LA ESTABILIDAD ECONÓMICA DE GUATEMALA
El pasado viernes, la calificadora Standard & Poor’s publicó su opinión sobre el riesgo-país en Guatemala, en la que mejora la perspectiva de “estable” a “positiva”. Hace un mes también se publicó la opinión de la agencia Moody’s. Ambas contienen elementos que vale la pena analizar con atención. Empezaré hoy con el reporte de Moody´s que, aunque es el menos favorable de los dos, identifica ciertos aspectos positivos que permiten a la referida firma mantener una perspectiva positiva del país.
La reputación financiera del país es un activo tan valioso como sus recursos naturales
En primer término, Moody’s reconoce el firme compromiso que el país ha mostrado con la estabilidad económica durante más de una década, fruto de políticas monetarias y fiscales prudentes reflejadas en un déficit fiscal que, pese a la débil carga tributaria, no ha superado el 2% del PIB. Una segunda virtud es que el país presenta uno de los niveles de deuda externa más bajos de América. Además, la calificadora valora que la pequeña pero sostenida contracción del déficit en cuenta corriente de balanza de pagos (apuntalada con el aumento de remesas familiares) y el sano nivel de reservas monetarias internacionales, se suman a los factores que contribuyen a reducir el riesgo-país (es decir, el riesgo de incumplir los compromisos financieros con el exterior).
Esas, las buenas noticias. Las malas son que, para preservar su actual nivel de calificación, Guatemala debe superar al menos dos importantes desafíos, según Moody´s: (1) mejorar los ingresos fiscales a fin de atender las crecientes demandas sociales; y (2) romper con el ciclo fiscal-electoral que suele elevar el gasto (y el déficit) público en el último año de cada gobierno.
¿Por qué es importante preservar, ya no digamos mejorar, la calificación del país? La importancia radica en que, como esbozamos la semana pasada, ello asegura un flujo adecuado de recursos para financiar la producción y el empleo. En efecto, una buena calificación crediticia del país permite que los bancos del exterior puedan otorgar líneas de crédito a los bancos locales a mayores plazos y a menores tasas de interés, o que los Ex-Im Banks puedan financiar directamente operaciones en proyectos productivos privados.
Por otra parte, también se hace posible que el gobierno se financie externamente en condiciones más cómodas, lo cual no sólo libera recursos públicos que pueden destinarse a inversión social, sino que también reduce la presión que sobre el crédito doméstico ejerce la deuda del Estado. Finalmente, una adecuada calificación representa un activo reputacional para el país que puede traducirse en oportunidades para que las empresas emitan su propia deuda en el mercado externo o para viabilizar proyectos de gran magnitud en forma de alianzas público-privadas.
Preservar –y luego mejorar- la calificación es crucial para el futuro del país; los esfuerzos por realizar en tal sentido deben ocupar un lugar central en las agendas del gobierno y de los demás actores involucrados.