LA INCERTIDUMBRE PERJUDICA EL PROGRESO

09/octubre/2007


LA ESTABILIDAD ECONÓMICA POR SÍ SOLA NO GARANTIZA DESARROLLO; SE NECESITAN INSTITUCIONES EFICIENTES Y ARMONÍA SOCIAL PARA QUE EL PROGRESO SEA POSIBLE

Se dice, con acierto, que la estabilidad macroeconómica es una condición necesaria, pero no suficiente, para que exista desarrollo. En efecto, se requiere más que estabilidad para que haya progreso: se necesitan instituciones sólidas y eficientes, políticas de largo plazo y un clima mínimo de armonía social. Respecto de este último, resulta ilustrativo que en un estudio sobre las fuentes del crecimiento económico en Guatemala, presentado recientemente por el economista chileno Felipe Larraín, los períodos en que se produce un “bache” (ya sea caída o desaceleración) en la tasa de crecimiento (1980-84, 1985-89 y 1999-2003) coinciden con quinquenios en los que se puede argüir que hubo un deterioro en la armonía social.

El economista Dani Rodrik, de la Universidad Harvard, ha demostrado para un grupo de países que la volatilidad de las políticas públicas y la baja calidad institucional tienen efectos negativos sobre el crecimiento. Al mismo tiempo, señala que los países con menores niveles de tensión social y con mayores niveles de calidad institucional fueron mucho más capaces de superar las crisis internacionales de los años 70 y 80, que aquellos países con conflictos sociales e instituciones débiles.

La disciplina fiscal y la política de largo plazo reducen la volatilidad y viabilizan el desarrollo

En otro estudio publicado en 2006, Alberto Chong y Mark Gradstein, del Banco Interamericano de Desarrollo, usando una encuesta a de más de 10,000 empresas de casi 80 países, encontraron que la volatilidad (entendida como la incapacidad del gobierno de producir políticas de gobierno estables y creíbles) afecta las decisiones de inversión y de apertura de empresas. Además, este efecto negativo es más fuerte en países donde las instituciones (como los derechos de propiedad, la administración de justicia, o el registro mercantil) son débiles o ineficientes.

A nivel de empresa, Chong y Gradstein encontraron que tanto una macroeconomía impredecible como unas políticas de gobierno volátiles perjudican el volumen de ventas de las empresas y, por extensión, el crecimiento de la economía. También encontraron que dichos efectos negativos podían ser menores en los países donde la administración de justicia era eficiente y, por ende, concluyen que un marco institucional débil puede magnificar los efectos negativos que la volatilidad, sea esta macroeconómica, política o social, tiene sobre el crecimiento económico.

Lo anterior hace que cobre gran relevancia lo manifestado la semana anterior por los dos candidatos presidenciales que se encaminan hacia la segunda vuelta electoral en Guatemala, en el sentido de que ambos privilegian la importancia de mantener la disciplina fiscal y monetaria (lo que reduce la volatilidad económica) y de impulsar políticas de Estado de largo plazo (lo que reduce la volatilidad política). Igualmente crucial será que, sea cual fuere el resultado electoral del próximo 4 de noviembre, los líderes políticos acepten y respeten el veredicto del pueblo, y contribuyan así a fortalecer el clima de armonía social en el país. Con el cumplimiento de esos compromisos y con un comportamiento electoral maduro estarían dando un primer aporte para reducir las incertidumbres y viabilizar el desarrollo nacional.

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