LOS RIESGOS DE MENDIGAR
07/enero/2008
GUATEMALA, COMO PAÍS DE INGRESO MEDIO, DEBE PRESERVAR SU DIGNIDAD FINANCIERA Y ENFOCARSE EN REFORMAS INTERNAS EN LUGAR DE PEDIR DONACIONES O CONDONACIONES DE DEUDA
Partamos de un hecho objetivo: Guatemala es un país de ingreso medio, de acuerdo con la clasificación utilizada por varios organismos internacionales. Esto quiere decir que se trata de una economía cuyo funcionamiento (salvo en casos de calamidad pública) no depende de la ayuda financiera internacional, razón por la cual nunca ha pertenecido ni calificado entre el grupo de alrededor de 80 países a quienes el Banco Mundial confiere subsidios en sus operaciones financieras. Es por ello, entre otras razones, que no puedo dejar de sentir vergüenza cuando algún funcionario de gobierno de alto nivel dedica parte de su tiempo y esfuerzo a solicitar a otros gobiernos que le regalen dinero al Estado guatemalteco o que le perdonen sus deudas.
La verdadera ayuda empieza cuando un país aprende a sostenerse por sí mismo
No pretendo, ni por asomo, negar que Guatemala afronta graves problemas de pobreza y subdesarrollo. Eso es un hecho indiscutible que nos hace requerir, apreciar y agradecer la ayuda que al país le ha brindado y le seguirá brindando la cooperación internacional. El punto es que dicha cooperación puede ser canalizada por vías más efectivas, más dignas y menos riesgosas que las del aporte dinerario al gobierno central. Prueba de ello es que tal cooperación, tanto gubernamental como privada, se canaliza cada vez más a través de fundaciones, organizaciones no gubernamentales y entidades de caridad. Por su parte, la ayuda que requiere el sector oficial a otros gobiernos debería ser de naturaleza no dineraria: transferencia de tecnología, asistencia técnica y experticia administrativa.
Guatemala no pertenece, afortunadamente, al “club” de países pobres altamente endeudados y, por el contrario, tiene un prestigio que debe preservar en los mercados financieros internacionales. Por ello ningún funcionario debería andar por allí pidiendo la condonación de nuestra deuda externa, pues ello pondría en riesgo la reputación financiera del país y podría afectar las condiciones financieras de la deuda futura (privada y pública) en el exterior. Por ello tampoco es conveniente que funcionarios públicos estén solicitando al gobierno estadounidense que nos haga el favor de admitirnos como posibles beneficiarios de la “Cuenta del Milenio”, ya que dicho esquema está diseñado específicamente para beneficiar a países de ingresos bajos y, al pretender que Guatemala sea incluida como beneficiaria, nos arriesgamos, cuando menos, a que nunca seamos admitidos (pues no llenamos los requisitos), a someternos innecesariamente como país al escrutinio y exigencias de una nación poderosa, a levantar expectativas irreales sobre flujos gigantescos de ayuda financiera (que, además, siendo realistas, si llegasen a venir no lo harían “de gratis”) y a menoscabar la dignidad de la nación.
Los esfuerzos que a veces nuestros funcionarios consagran a pedir caridad a otros gobiernos, estarían mejor dirigidos si se dedicasen a fortalecer la capacidad recaudatoria del Estado, a combatir la corrupción, y a focalizar y eficientar el gasto público en salud, educación, nutrición, fortalecimiento del estado de derecho y atención de los grupos sociales más vulnerables.