MICROSCOPIO
03/diciembre/2007
LAS MICROFINANZAS SON UNA HERRAMIENTA CLAVE PARA IMPULSAR EL DESARROLLO, PERO GUATEMALA DEBE FORTALECER SU ENTORNO INSTITUCIONAL Y REGULATORIO PARA APROVECHAR SU PLENO POTENCIAL
Existe cada vez mayor evidencia de que las microfinanzas pueden contribuir tanto al crecimiento económico, como a la educación, salud y nutrición de la población, además de ser un mecanismo especialmente efectivo para elevar la condición de las mujeres como proveedoras de ingresos para el hogar y dueñas su propio destino. Es por ello de suma relevancia que la actividad de las microfinanzas haya crecido aceleradamente en el último decenio: de acuerdo con cifras del Banco Interamericano de Desarrollo –BID- este sector cuenta hoy en Latinoamérica con seis millones de clientes y con más de seis millardos de dólares colocados en préstamos. Sin embargo, resulta más asombroso que esas cifras representan únicamente el 10% del total de microempresarios en la región, lo que implica que las microfinanzas tienen que recorrer aún un largo trecho para cubrir la demanda de financiamiento de los millones de microempresarios que lo necesitan para sostener y desarrollar sus empresas.
Las microfinanzas pueden transformar vidas si se fortalecen sus bases
A fin de evaluar si el ambiente en Latinoamérica es propicio para el desarrollo de las microfinanzas, el BID comisionó a la empresa Economist Intelligence Unit un estudio que identificara las debilidades y fortalezas del sector, el cual fue publicado hace algunas semanas con el título de “Microscopio sobre el Ambiente de las Microfinanzas en Latinoamérica-2007”. El Microscopio evalúa, para un total de quince países, trece indicadores correspondientes a tres categorías: el marco regulatorio de las microfinanzas; el clima de inversiones; y, el desarrollo institucional de la industria de las microfinanzas. De un puntaje máximo de 100, el país mejor calificado es Bolivia (79 puntos), seguido de Perú (74). Guatemala ocupa el puesto once (con 44 puntos) y el último lugar es Argentina (27).
De acuerdo con el referido estudio, la calificación relativamente desfavorable de Guatemala está asociada, en primer término, al débil desarrollo institucional caracterizado por la poca variedad de servicios financieros disponibles, la escasa efectividad y confiabilidad de los burós de crédito (que proporcionan información sobre el historial crediticio de los potenciales clientes) y la insuficiente competencia en el sector. En segundo lugar, el clima de inversiones resulta poco satisfactorio debido a la lentitud del sistema judicial, al poco desarrollo del mercado de capitales y a que no existen normas de contabilidad para las microfinanzas. El reporte reconoce, sin embargo, como gran fortaleza, el enorme dinamismo que han registrado en los últimos años las instituciones (reguladas y no reguladas) especializadas en microfinanzas, así como la libertad que existe para competir en el sector y para que el mercado establezca las tasas de interés. Identifica como áreas que requieren de mejoras, por una parte, el desarrollo de leyes y regulaciones especializadas en microfinanzas (algunas de las cuales son ya del conocimiento de la Comisión de Economía del Congreso de la República) y, por otra, el fortalecimiento de la transparencia y del gobierno corporativo de las entidades del sector.
La promesa de las microfinanzas podrá alcanzarse en nuestro país únicamente en la medida en que las entidades especializadas y las autoridades legislativas y regulatorias se concentren en blindar las fortalezas y superar las debilidades que el Microscopio muestra con tanta claridad.