DESARROLLO MÁS HUMANO
10/diciembre/2007
GUATEMALA SIGUE MOSTRANDO UNA PARADOJA ENTRE SU ESTABILIDAD MACROECONÓMICA Y SU BAJO DESARROLLO HUMANO, DEBIDO A LA FALTA DE POLÍTICAS EFECTIVAS EN EDUCACIÓN, SALUD, NUTRICIÓN Y DESARROLLO RURAL
El Índice de Desarrollo Humano –IDH-, publicado por el Programa de Naciones Unidas par el Desarrollo, al asignar a Guatemala la nada envidiable posición 118 (de 177 países calificados), nos coloca como el país de más bajo desarrollo humano de Centroamérica. La publicación ha generado variadas reacciones de analistas y comentaristas que van desde aquellos que opinan que nuestro país no sólo está estancado sino que incluso está retrocediendo, hasta aquellos que enfatizan que el bajo nivel del IDH de Guatemala es estructural y que, por ende, debemos fijarnos más en los avances que se han tenido y que han permitido al país ir cerrando gradualmente la brecha que tiene respecto de otras naciones. No faltan también las opiniones de los escépticos que descalifican, en general, las metodologías empleadas para elaborar este tipo de índices que hacen que los mismos expresen una visión muy parcial de la realidad.
El crecimiento económico sin desarrollo humano es un progreso a medias
Independientemente de la opinión que nos genere la vergonzosa calificación de Guatemala en el IDH, la paradoja que debiese intrigarnos como sociedad es por qué una economía que es la más grande y rica de la región; que ha crecido sostenidamente durante más de quince años (y, más aceleradamente, en los últimos tres); que goza desde hace años de inflaciones relativamente bajas y de una moneda fuerte y estable; que posee sólidos indicadores crediticios y de deuda pública; y que, en fin, muestra un desempeño macroeconómico que nada tiene que envidiar al de sus vecinos (más bien al contrario); por qué esa economía, decía, no se refleja en un mejor IDH o, lo que es más importante, no se refleja en una reducción significativa de la pobreza, como lo demuestra la más reciente Encuesta de Condiciones de Vida.
La respuesta a esa paradoja estriba, en gran medida, en que históricamente no se han aplicado políticas públicas coherentes y de largo plazo en materia de fortalecimiento del capital humano, particularmente en cuatro áreas esenciales: en Educación se necesita mejorar la calidad y aumentar la cobertura de los servicios educativos, reordenando a la vez el rol del Estado; en Salud se debe eficientar la institucionalidad pública, redefinir el modelo de atención y reorganizar los programas existentes; en Nutrición se requiere hacer efectiva la Política Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional; y, en Desarrollo Rural, fomentar la microempresa, dotar de infraestructura básica y reorganizar la institucionalidad existente. El caso es que las políticas esenciales en esas cuatro áreas están ya debidamente identificadas y coherentemente planteadas, como producto de años de análisis y de múltiples diagnósticos por parte de expertos en esas materias.
Ese conjunto de políticas públicas constituye el Plan Visión de País que, en octubre del año pasado, todas las fuerzas políticas guatemaltecas se comprometieron a impulsar, independientemente de si estuvieran haciendo gobierno u oposición. Ese Plan es una rica agenda de acciones que se encaminan a hacer más humano (y, por ende, más sostenible) el desarrollo económico del país. Confío en que las autoridades que asuman la conducción de los Organismos Legislativo y Ejecutivo en 2008 habrán de cumplir el compromiso que adquirieron con el Plan. Ya vamos tarde.