ATERRIZAJE FORZOSO
20/agosto/2007
TURBULENCIA FINANCIERA: EL AJUSTE INEVITABLE
Como un avión en plena tormenta, durante el último mes los mercados financieros internacionales han sufrido volatilidad, nerviosismo e incertidumbre. Apenas la semana pasada una súbita falta de recursos líquidos en el mercado interbancario obligó a los bancos centrales de Europa y Estados Unidos a inyectar grandes cantidades de efectivo en sus sistemas bancarios. La iliquidez surgió cuando los bancos privados dejaron de prestarse dinero entre sí, pues cada banco en lo individual se sintió repentinamente inseguro de que los demás pudieran estar contaminados con inversiones respaldadas por “hipotecas-basura”, cuyo valor se había reducido aceleradamente a lo largo del año.
El origen de lo anterior se encuentra en la “burbuja inmobiliaria” que durante años fue creciendo en economías como la estadounidense, donde los precios de las viviendas alcanzaron altísimos e insostenibles niveles récord. Mientras se inflaba la burbuja, los estadounidenses recibían préstamos bancarios –respaldados en el creciente valor de sus casas- y dedicaban gran parte de esas deudas a consumir bienes importados.
El exceso de consumo en Estados Unidos resultó en un déficit externo (cuenta corriente) superior al 6% de su Producto Interno Bruto. Éste es el verdadero desequilibrio que tarde o temprano deberá ajustarse, independientemente de lo que suceda en los mercados bursátiles y bancarios internacionales. Ello demandará una reducción del consumo tanto de los ciudadanos como, especialmente, del gobierno estadounidense. Desde hace tiempo se sabía que tal ajuste debía ocurrir; sólo se dudaba de cuándo se produciría y si se daría de forma suave, abrupta o catastrófica. Es evidente que el momento del ajuste es ahora, y que pronto sabremos cuán brusco será.
La economía estadounidense enfrenta un aterrizaje forzoso; el mundo observa sus efectos
Algunos analistas temen que los dolores del ajuste económico norteamericano se contagien al resto del mundo y causen una recesión global. Tales temores parecen exagerados pues, aunque la aún mayor economía del planeta es uno de los motores del crecimiento mundial, existen otras realidades económicas que hacen contrapeso a los desequilibrios en Estados Unidos. Por ejemplo, en Latinoamérica las instituciones financieras casi no tienen activos respaldados con hipotecas-basura, por lo que aquí el impacto directo de la crisis financiera deberá ser muy pequeño. Sí podría darse un impacto indirecto vía las exportaciones y los flujos de capital, pero ello dependerá no sólo de la solidez de los sistemas financieros latinoamericanos, o de la calidad y prudencia de su política macroeconómica, sino especialmente de cuán bien los estadounidenses logren ajustar sus políticas monetaria y fiscal.
Para Estados Unidos parece inevitable un aterrizaje forzoso, entendido éste como una situación de riesgo en la que el desastre es perfectamente evitable, pero ello requiere de dos decisiones complejas: reducir drásticamente su déficit fiscal (incluyendo los gastos bélicos) y no aflojar prematuramente su política monetaria.