¿EXISTE ALGUNA SOLUCIÓN A LA VIOLENCIA?
20/julio/2009
EL COMBATE A LA INSEGURIDAD REQUIERE COHERENCIA, CONTINUIDAD Y VOLUNTAD POLÍTICA
Los frecuentes cambios que se producen en la cartera de Gobernación ponen en evidencia cuán difícil es el combate contra la inseguridad y la corrupción en una sociedad como la nuestra, carcomida por las actividades ilícitas, la pérdida de valores y la cultura de la violencia. Tan carcomida que la semana pasada el propio Congreso de la República fue escenario de una escena de pugilato y lanzamiento de agua entre un grupito de diputados, que tuvo como observadores a algunos embajadores extranjeros que debieron pagar con sentir vergüenza ajena por haber asistido a una fiesta a la que no fueron invitados.
Sin estrategias de largo plazo y compromiso real, la violencia y la corrupción seguirán dominando la agenda nacional
El tema de seguridad es complejo, pero no tanto como para tener que esperar a que surjan soluciones mágicas ni como para pretender inventar el agua azucarada. Aunque no se den resultados inmediatos, la problemática de inseguridad debe comenzar a solucionarse mediante el cumplimiento del marco legal vigente, empezando por la Ley Marco del Sistema Nacional de Seguridad que establece con claridad dicho sistema para dar coherencia y coordinación al funcionamiento de las instituciones, políticas y controles en materia de seguridad, creando para ello el Consejo Nacional de Seguridad, entidad permanente y máxima autoridad del Sistema. Dicho Consejo, bajo la dirección del Presidente de la República, debería haberse constituido desde hace varios meses en el instrumento básico para impulsar la estrategia nacional de seguridad siguiendo todos los lineamientos de la referida Ley Marco.
Un segundo paso debería ser analizar qué soluciones inteligentes han dado resultado en otras latitudes. Por ejemplo, algunas políticas locales han resultado exitosas, tal el caso de Bogotá donde, a partir de 1994 empezaron a aplicarse una serie de programas de concienciación ciudadana, despistolización voluntaria, mantenimiento de edificios y atención a barriadas, que permitieron reducir notablemente los índices de violencia y que fueron ejecutadas de manera continua por varios alcaldes, dándoles así la necesaria sostenibilidad y fortaleciendo el consenso respecto de su conveniencia. Otro esfuerzo local exitoso fue el de Sao Paulo, Brasil, donde la tasa de homicidios se redujo en 29% entre 1999 y 2004, luego de aplicar un sistema de información policial, bolsas de trabajo en áreas rojas y mejoras al transporte público.
Otra serie de medidas goza ya, desde hace bastante tiempo, del consenso de expertos nacionales e internacionales, incluyendo la CICIG, y pasan por la institucionalización de una entidad de inteligencia civil eficaz y respetuosa de la ley, la modernización y transparencia de las fuerzas de seguridad, la ampliación de la capacidad policial, la promoción y fortalecimiento de la participación ciudadana en los planes y programas de seguridad, y la cooperación e intercambio de información con las autoridades de países de la región.
Lo más importante en estos momentos es no perder la moral y trabajar arduamente, cada quien en lo que le corresponda, en el combate a la violencia, con una visión de largo plazo que necesariamente incluye la modernización de la legislación en la materia, cuya agenda ya está en gran parte preparada y esperando aprobación en el Congreso; si tan solo le dieran la misma prioridad que al pugilato y al lanzamiento de agua…